Ponencia presentada en el Ciclo de Conferencias 50 años de Desarrollo Económico y Social bajo el auspicio de la Comisión
Especial para la Celebración de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y el Banco Gubernamental de Fomento
para Puerto Rico
Panel: Reflexión sobre el desarrollo económico y social del Estado Libre Asociado de Puerto Rico
30 de abril de 2003
Introducción
El primer ensayo del libro Seis ensayos en busca de nuestra expresión, publicado
en 1928, del gran intelectual dominicano Don Pedro Henríquez Ureña, el más destacado de los discípulos de Eugenio María de
Hostos, se titula El descontento y la promesa. Se trata de un brillante análisis en el cual autor traza en forma breve pero
precisa el pasado, el presente y el futuro de profesión literaria en América.
Evoco el nombre de ese magistral ensayo porque que me propongo analizar,
a grandes rasgos, no sólo la evolución histórica, el presente y el perfil de futuro de la economía de Puerto Rico bajo el
Estado Libre Asociado (ELA) sino también el descontento que tenemos los puertorriqueños de todas las ideologías con la situación
actual de la economía y la sociedad de Puerto Rico, y, por otro, la promesa que hay implícita en el desarrollo que ha alcanzado
la Isla hasta el momento si nos orientáramos colectivamente a la ampliación de las esferas de acción de nuestro sistema jurídico-político
para diseñar e implantar el orden social y económico al cual aspiramos.
Si yo fuera a resumir el planteamiento que voy a hacerles en una sola frase, ésta sería: Bajo el ELA la economía de
Puerto Rico tuvo un pasado glorioso, pero afronta un presente difícil y un futuro incierto.
No obstante, como suelen
decir los alemanes, en el lugar del peligro está la salvación. En vez de limitarnos
a evocar la gloria de antaño, cuyos perfiles históricos debemos seguir analizando, debemos concentrar el grueso de nuestras
energías, en las posibilidades que tenemos en el presente de desarrollar las políticas y estrategias que nos conduzcan a un
futuro mejor.
El pasado glorioso
Juan Ramón Jiménez, el
gran poeta lírico español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956, cuando residía en Puerto Rico, solía decir con
cierto sarcasmo, que en España no hubo tal cosa como un Siglo de Oro, sino un Siglo de Cartón Dorado. Creo que el autor de
Platero y yo se equivocó tajantemente al emitir tal juicio ya que los historiadores
se han encargado de demostrar, más allá de toda duda, la grandiosa aportación cultural, política, económica y científica de
la España de esa época.
Si temor a que alguien me haga el mismo reproche, me atrevo asegurar que desde principios de la década de los 50 hasta mediados de la década de los 70, la
economía de Puerto Rico vivió lo que podríamos llamar sin reservas una época de oro.
En vista de que el Honorable Milton Segarra, Secretario del Departamento
de Desarrollo Económico, quien me precedió en la palabra, hizo un recuento tan excelente de la trayectoria económica de Puerto
Rico, me limitaré a señalar varios aspectos del desempeño de la economía de Puerto Rico durante ese periodo dorado:
·
El producto bruto
real, a precios constantes, aumentó de $1,015.6 millones en 1952 a $3,450.3 millones en 1973, a una tasa anual promedio de
6.0%.
·
Durante el periodo
no hubo ningún episodio recesionario y la tasa de crecimiento del producto bruto interno se movió en el recorrido de 2.9%
(1958) a 14.0% (1970).
·
En ese mismo
periodo la economía de Estados Unidos sufrió tres recesiones y creció a una tasa anual promedio de 3.4%.
·
La participación
de la inversión interna fija en el producto bruto aumentó de 15.1% a 24.7% y las exportaciones a precios constante avanzaron
de $451.9 millones a $2,204.5 millones, a una tasa anual promedio de 7.8%.
·
El empleo total
aumentó de 571,000 a 757,000, a una tasa anual promedio de 1.3% y la tasa de desempleo disminuyó de 16.0% a 11.8%.
Varios factores institucionales contribuyeron significativamente a esa brillante
ejecución de la economía de Puerto Rico: una administración pública sana y altamente competente, el desarrollo de estructuras
de gobierno a la altura de los tiempos, particularmente en las áreas de financiamiento público, planificación y gerencia presupuestaria,
la inversión en infraestructura productiva moderna, especialmente en las áreas de carreteras, energía eléctrica, puertos y
aeropuertos, los avances cualitativos del sistema educativo y los servicios de salud públicos y ante todo la estabilidad de
la estructura jurídico política del ELA, que le daba plena confianza de los inversionistas externos en el futuro de la economía
y las ventajas competitivas que le ofrecía a Puerto Rico su autonomía fiscal
El periodo de las fluctuaciones
Desde 1974 al presente la economía de Puerto Rico ha experimentado fluctuaciones, con periodos de expansión y contracción
altamente sincronizadas con la trayectoria de la economía de Estados Unidos, la cual ha sido impactada severamente por las
crisis mundiales y su influencia en los precios del petróleo. A grandes rasgos, podemos identificar las siguientes etapas:
- Recesión de mediados de la década de los
70. En 1974 el producto bruto se redujo en 1.7% y tasa de desempleo tuvo un alza de 0.5 puntos porcentuales a 12.3%.
- De 1975 a 1981 la economía creció a una tasa
anual promedio de 3.4%, pero la tasa de desempleo se mantuvo por encima de 15%,
con un promedio de 18.0% y la inversión interna bruta de capital fijo mostró un patrón declinante, a punto de que su participación
en el producto bruto se redujo de 23.2% a 13.8%.
- Durante los años 1982 y 1983, se observó
una severa contracción. El producto bruto real registró caídas de 2.6% en ambos años y en el segundo de éstos la tasa de desempleo
alcanzó un máximo de 23.5%.
- De 1984 a 1990 se observó una vigorosa recuperación
de la economía. En este periodo la tasa de crecimiento anual promedio fue de 3.6%, la tasa de desempleo bajo de 22.0% a 14.3%
y la inversión fija elevó su participación en el producto bruto de 12.3% a 19.1%.
- De 1991 a 1992 la economía desaceleró significativamente, aunque no llegó a la recesión. Las alzas del producto bruto
real en esos años fueron apenas 0.9% y 0.8%, respectivamente, y la tasa de desempleo repuntó a 16.5% el segundo año.
- De 1993 a 2000, bajo el impacto de un acentuado
incremento de la inversión fija, que tuvo crecimientos anuales superiores al 6% durante todo el periodo, el producto bruto
real aumentó a una tasa anual promedio de 3.3% y el empleo total superó la barrera del millón, y la tasa de desempleo se redujo
de 20.2% a 14.2%. Como proporción del producto bruto real, la inversión real superó tuvo un promedio de 29.8% durante los
últimos dos años del periodo, algo que no se había visto desde la época de oro antes mencionada.
- Finalmente durante los años 2000 y 2001 la
economía de Puerto Rico pasó de la desaceleración a la recesión leve. En el primero de esos años el crecimiento del producto
bruto real fue de apenas 1.8% y en el 2001 se observó una contracción de 0.2%.
El presente difícil
Varias características de la situación económica actual de Puerto Rico constituyen las
bases objetivas del descontento:
n
Incertidumbre
generalizada a corto y mediano plazo y ausencia de planes de desarrollo económico a largo plazo, aunque hay que reconocer
que hay una iniciativa en cauce para planificar la evolución de la economía hasta el 2025.
n
Transición
de un periodo recesionario a una fase de recuperación lenta pero con posibilidades de sostenerse, siempre y cuando no haya
repunte de los precios del petróleo y siga afianzándose la recuperación económica en Estados Unidos.
n
Crecimiento
del desempleo en términos absolutos y relativos.
n
Aceleración
de la inflación debido a los altos costos de los alimentos y al alza en los precios de los productos energéticos.
n
Rebote de los
recaudos del gobierno, aunque la tasa de crecimiento de los mismos apenas supera el avance de la inflación.
n
Severa contracción
del empleo manufacturero, continuación del proceso de cierres de fábricas, y menguada capacidad para retener las fábricas
existentes y para atraer nuevas empresas manufactureras.
n
Política económica
hasta ahora inefectiva para conjurar la situación actual y para lidiar con el desvanecimiento total de los créditos contributivos
federales.
n
Excesiva dependencia
de los fondos federales en todas la dimensiones de la actividad económica: apoyo a las familias, desarrollo de infraestructura,
financiamiento de la vivienda y de la educación superior, sostenimiento de gran parte de los programas de servicios de salud,
etc.
Varios factores de alto riesgo para la economía
de Puerto Rico refuerzan el descontento reinante:
n
El desvanecimiento de los beneficios contributivos
de la Sección 30A, el residuo de la Sección 936, aunque persiste la posibilidad de que se logre la aprobación de las enmiendas a la Sección 956 favorables para
Puerto Rico ya sea en 2004 o 2005.
n
Dificultades
financieras del gobierno del ELA, en buena medida debido a las dificultades presupuestarias en que incurrió la administración
anterior.
n
Severo deterioro
de la capacidad de Puerto Rico para atraer nueva inversión manufacturera externa.
n
Creciente conflicto
entre las necesidades de expandir la infraestructura económica de la Isla y el imperativo de proteger el ambiente y conservar
los recursos naturales.
De igual modo, varios factores de carácter subjetivo trabajan
en contra de la posibilidad de que Puerto Rico regrese a un patrón de crecimiento económico firme como el que tuvo de 1993
a 2000:
n
Desmejoramiento
de la imagen de la Isla como centro de producción manufacturera de alta calidad.
n
Grave daño
a la imagen de la gestión pública debido a las convicciones por corrupción de altos funcionario de la administración previa.
n
Percepción
de que la actividad criminal y el deterioro social del país han alcanzado magnitudes
inmanejables.
n
Amenaza de
que las agencias federales están en vías de revisar sustancialmente las transferencias, las aportaciones y los préstamos debido
a la ausencia de controles administrativos y financieros efectivos por parte de las agencias que canalizan los fondos federales
a los recipiendarios.
A todo esto, la economía de la Isla afronta fuertes
retos competitivos de parte que la economía global para cumplir con
los imperativos de la sociedad postindustrial:
n
Urge una definición
de nuestra estructura jurídico-política y del orden institucional que ha de regir la inserción efectiva y dinámica de Puerto
Rico en la economía mundial.
n
Se requiere
el diseño e implantación de un plan estratégico de desarrollo económico.
n
Se hace imperativo
el mejoramiento sustancial de la infraestructura existente , especialmente en las fases de producción de energía eléctrica,
agua potable y manejo de desperdicios sólidos y tóxicos.
n
Es necesaria
la renovación del sistema educativo en todos sus niveles, con particular atención en la formación científica y tecnológica,
la gerencia pública eficiente y el conocimiento sobre otras culturas y ambientes de negocio.
n
Fortalecimiento
de los sistemas estadísticos nacionales y de la inteligencia económica sobre los mercados externos.
n
Crecimiento
económico sustentable: balance entre el crecimiento económico y la protección del ambiente y de los recursos naturales.
n
Gerencia pública
honesta, eficiente y consciente del papel redistributivo y promotor de la justicia social que le corresponde al estado.
El
futuro incierto
No hay duda de que Puerto Rico dispone de valiosos activos que podrían ayudarnos
a afrontar tan formidable reto. Basta con enumerar algunos de ellos:
n
Una fuerza
de trabajo diversificada, con demostrada alta productividad en la manufactura y un componente alto de recursos humanos de
formación universitaria.
n
Gerencia altamente
experimentada, particularmente en la manufactura, la banca y los servicios profesionales.
n
Un acervo de
capital valorado, a precios de 1954, en no menos de $31,990 millones ($202,900 billones a precios corrientes).
n
Infraestructura
de telecomunicaciones altamente avanzada.
n
Desarrollo
significativo de varias instituciones de educación superior.
n
Conglomerados
de empresas de alta tecnología.
n
Amplia presencia
de compañías multinacionales en la manufactura, el comercio y la banca.
n
Sistema bancario
altamente desarrollado, con activos en la banca comercial montantes a $54,785 millones e impresionante avance de la banca
cooperativa.
n
Gran variedad
de pequeñas y medianas empresas que pugnan por sobrevivir en un ambiente ferozmente competitivo.
n
Red vial moderna,
puertos que requieren mejoras significativas, un aeropuerto de calidad mundial y varios aeropuertos regionales que podrían
desarrollarse plenamente.
n
Cerca de 12,000
habitaciones en hoteles de turismo, la mayoría de las cuales son de calidad mundial.
n
Sistema eléctrico
que genera cerca de 18,150 Millones de KWH.
n
Ante todo,
una administración firmemente comprometida con el principio de
gobierno limpio y con la meta de reducir los niveles de pobreza y marginación social que aún se observan en la Isla.
Para movilizar tal cúmulo de recursos en la dirección que corresponda óptimamente
con los mejores intereses sociales y económicos Puerto Rico necesita ampliar la esfera de acción del Estado Libre Asociado, a saber,
n
Determinación
de la política macroeconómica en todas sus fases: fiscal, monetaria, financiera, laboral, reglamentaria, ambiental, migratoria
y de comercio exterior.
n
Representación
con voz propia y con capacidad para hacer valer nuestros intereses, en las negociaciones que Estados Unidos haga con otros
países para reducir las barreras tarifarias y no tarifarias y promover acuerdos multilaterales de comercio exterior.
n
Capacidad para
desarrollar acuerdos comerciales, contributivos y de intercambio técnico y científico con países extranjeros.
n
Negociación
de los términos, alcance y naturaleza específica del flujo de fondos federales de carácter unilateral (transferencias otorgadas)
y diseño de sistema de manejo en bloque ya sea de todos los programas federales o de una parte sustancial de los mismos.
n
Control del
proceso migratorio y capacidad para desarrollar acuerdos internacionales de intercambio de los servicios de recursos humanos
de diversos grados de desarrollo técnico y profesional.
n
Participación
como país miembros bona fide en los organismos regionales de desarrollo económico y financiero: ALIDE, Banco de Desarrollo
del Caribe y otros.
n
Eliminación
de las leyes de cabotaje y capacidad de Puerto Rico para utilizar los servicios de compañías de carga marítima que ofrezcan
tarifas competitivas.
n
Control de
las aduanas y capacidad para fijar tarifas y establecer restricciones cualitativas y cuantitativas al flujo de mercancías
y servicios vía el comercio exterior.
n
Capacidad para
diseñar e implantar políticas propias, amoldadas a la nuestras realidades, en las áreas de control de la calidad del ambiente
y manejo y conservación del acervo de recursos naturales.
En cierto modo, las
tendencias recientes del concepto de soberanía económica hacen más liviana la tarea que afronta Puerto Rico. Por un lado, Puerto Rico ampliar la esfera de influencia de su sistema jurídico-político, mientras que,
por otro lado, los países independientes han comenzado a ceder poderes soberanos, lo que quiere decir que avanzamos hacia un punto de encuentro.
Examinemos algunas de esas tendencias:
n
Los procesos
de globalización en la economía, las finanzas, la política y la cultura han erosionado la antigua fortaleza de los estados.
n
La restricción
al ejercicio de la soberanía suele mayor en los países en desarrollo que los países altamente desarrollados.
n
La cesión voluntaria
de poderes soberanos en lo que respecta a ciertos aspectos de la política macroeconómica, la moneda y los flujos de mercancías
lleva como recompensa una mayor eficacia en la participación en la economía y en el aglutinamiento de poder comercial en el
contexto de bloques económicos y alianzas estratégicas regionales.
Los objetivos de una política económica que maximice las
posibilidades económicas de para Puerto Rico no pueden ser más claros:
n
Crecimiento
económico acelerado, en condiciones sustentables.
n
Política energética
orientada a la reducción de la dependencia del petróleo y al uso de recursos energéticos renovables: biomasa, solar, mareas,
etc.
n
Mejoramiento
de la distribución del ingreso.
n
Reducción de
la dependencia económica de Estados Unidos.
n
Estabilización
del ciclo económico.
n
Reducción del
desempleo, particularmente del desempleo estructural.
n
Fomento del
desarrollo agrícola y programa de sustitución de importaciones.
n
Diversificación
de nuestras exportaciones, con peso particular en las exportaciones de servicios profesionales, educativos y tecnológicos.
n
Fomento de
los pequeños y medianos negocios mediante programas de apoyo gerencial, financiero y técnico.
n
Intercambio
de tecnología y conocimiento con los países europeos y programas de transferencia tecnológica hacia y desde los países de
la Cuenca de Caribe.
Para lograr la meta de la ampliación de sus áreas de influencia en la conducción de la política económica, Puerto
Rico necesita, sin duda, de un conjunto de instrumentos de análisis económico, entre ellos un cuidadoso
inventario de terrenos, recursos de agua
y recursos minerales, los resultados del Censo de Población de 2000 (buena parte de los cuales ya están disponibles,
sobre la población y su distribución geográfica y las características sociales y económicas de la población y un análisis
detallado de todos los programas federales en que participa Puerto Rico en la actualidad.
De igual modo, se hace imperativo un aanálisis
de las tendencias recientes y las perspectivas de desarrollo de todos los sectores de la economía: Agricultura, Manufactura,
Minería, Construcción por Contrato, Transportación y Otros Servicios Públicos, Comercio, Finanzas, Seguros y Bienes Raíces,
Servicios y Gobierno. Es necesario realizar estudio de la magnitud, alcance y calidad que emule el gran logro obtenido por
el Informe Kreps de 1997 [Economic Study of Puerto Rico, en dos volúmenes].
A anterior habría que
añadirle un Censo Especial de Industrias Manufactureras y de Servicios con Capacidad de Exportación y un análisis de cada sector de la economía que incluya:
n
Características
generales
n
Posición competitiva
n
Vínculos industriales
n
Capacidad para
la sustitución de importaciones
n
Incentivos
y fuentes para la inversión
n Potencial de exportación
A
modo de conclusión, podemos señalar lo siguiente:
n
Debemos fomentar un diálogo serio y de gran alcance sobre las posibilidades de Puerto Rico como
país a cargo de su propio desarrollo económico y social.
n
Ese diálogo
debe tener como base un diagnóstico científico, al estilo del Informe Kreps, sobre la estructura de nuestra economía y sus
posibilidades de desarrollo futuro.
n
La Administración
Calderón tiene el compromiso programático de diseñar e implantar un modelo de
desarrollo económico a largo plazo, es decir, con una perspectiva o visión de 15 a 20 años.
n En la medida que dicho plan estratégico
se oriente a fortalecer las bases competitivas de nuestra economía, así como la infraestructura tradicional, la infraestructura
tecnológica, la productividad de los recursos humanos y el clima de convivencia social, puede preparar el camino para
una reestructuración de nuestro futura autonomía económica, siempre y cuando el afán de reconstruir nuestro sistema de producción
vaya acompañado de la audacia y la astucia política que requiere la conquista de nuestro derecho a la autodeterminación de
nuestro futuro como pueblo.