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MINIMIZACIÓN
DEL RIESGO
Noviembre
de 2004
El pueblo puertorriqueño acude hoy a las urnas a darle culminación a uno de los
ejercicios democráticos más cruentos en su historia política. En mayor o menor
medida, todos salimos lastimados en este proceso sadomasoquista en que nos
hemos flagelado unos a otros sin descanso y sin piedad.
Nos queda el consuelo de que vamos de resolver nuestras diferencias por la vía
pacífica, como lo hemos hecho en todas las fases fundamentales de nuestra vida
como pueblo. La democracia puertorriqueña, aún llena de deficiencias y
disparidades y carente de poderes de decisión que son el denominador común de
otros países, constituye un ejemplo de cómo un país puede respetar el poder del
voto a pesar de que los extremos del diálogo político lucen, a primera vista,
irreconciliables. Basta echar una ojeada al sufrimiento colectivo que se
observa en tantos puntos del globo torno para darnos cuenta de la importancia
de este logro.
No sería mala idea de que los partidos en contienda, con la excepción del PIP,
que en medio del fragor de la campaña ha sostenido una postura de dignidad y
elegancia que merece encomio, evaluaran en un momento de mayor tranquilidad el
grave daño moral y psicológico que le han infligido a nuestro clima político.
Es tal el grado de confusión que ha generado la contienda a golpes de centella
entre los dos partidos dominantes que las encuestas de aspiración científica,
por un problema de insuficiente tamaño de las muestras, no logran recoger
adecuadamente la gran variación de opiniones, valoraciones y actitudes del
electorado. Por lo tanto, llegamos al día de hoy con un alto grado
incertidumbre respecto al resultado de las elecciones.
A mi juicio, el factor que decidirá la contienda será el intento del grueso de
los electores de minimizar el riesgo político, económico y social para el país.
Me inclino a pensar que el PPD ganará la Gobernación y la Comisaría Residente
en Washington por el simple hecho de que, además de la solvencia intelectual y
moral de sus candidatos, viene a ser la opción de menos riesgo, de más suave
transición, de menor turbulencia en el contexto actual.
Tanto el estilo retador y la cuestionable trayectoria administrativa del Dr.
Pedro Rosselló como la inverosimilitud y audacia económica y política de sus
principales propuesta, saber: la reestructuración del sistema contributivo, una
multitud de trenes y puertos, la implantación del crédito contributivo por
ingreso devengado financiado con fondos locales, la restauración de la tarjeta
de salud a más de un cuartro de millón de personas y la promoción de la
estadidad a la trágala en cuatro año, detonarán un movimiento de reacción de
amplios sectores del electorado que favorecerá significativamente al PPD.
Otro factor que será favorable para el partido incumbente será la distancia que
media entre la supuesta crisis económica que describe el PNP y la realidad
empírica de avance desde moderado hasta acelerado de la mayoría de los
indicadores económicos agregados y mensuales.
El impresionante esfuerzo de análisis y reflexión sobre la situación y el
futuro de Puerto Rico que se presenta en el programa del PIP y la magistral
actuación de sus principales líderes en los debates políticos no superará la
percepción (se puede argumentar que errónea) que tiene gran parte del
electorado sobre los riesgos estructurales del camino de la independencia y la
soberanía.
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