Desastrosa
la
administración pública del país
El veterano economista Santos
Negrón Díaz, atribuyó
a mala administración pública de pasados gobiernos gran parte de los
problemas que afrontamos hoy.
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Publicado: martes, 19
de marzo de 2013
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Con un escenario económico de déficit en el presupuesto, una deuda
pública que supera el Producto Interno Bruto (PIB), crisis de insolvencia en el
Sistema de Retiro, una baja participación laboral, ¿es todavía Puerto Rico un
país viable?
Reconociendo
de entrada que es un optimista incurable, sobre todo cuando se trata del
destino económico de Puerto Rico, el veterano profesor de Economía Santos
Negrón Díaz, atribuyó que gran parte de los problemas que afrontamos hoy en el
país son resultado de la mala administración pública, del pobre diseño de las
políticas económicas y, cuando ha habido aciertos, de la pobre implantación de
las políticas adoptadas.
“No ha
sido la insuficiencia de fondos, ni limitado acceso al crédito, sino el mal uso
tanto del dinero obtenido por vía de emisiones como también de las
transferencias federales, que de hecho son mayormente devengadas, para no
hablar de los recaudos regulares del fisco”, reafirmó sobre la gestión pública.
Negrón
Díaz, quien tiene experiencia como profesor y empleado en la Rama Ejecutiva,
hizo una larga lista de acciones tomadas por administraciones tras
administraciones que han llevado al país a la presente crisis. Procesos como la
pérdida de los créditos contributivos federales, la emisión excesiva de deuda,
la mala administración de las aportaciones de los trabajadores públicos a los
fondos de pensiones y el otorgamiento de beneficios sin cálculo adecuado de sus
implicaciones actuariales, el despilfarro de cientos de millones de dólares que
pudieron haberse traducido en inversiones significativas en infraestructura, y
las fallas en la preparación académica y el adiestramiento técnico de nuestros
recursos humanos y otros no menos importantes, “no son castigos de la
naturaleza ni cosas inevitables, sino fallas de gerencia, de pensamiento estratégico”.
Denunció
que en este panorama no se puede dejar de mencionar el efecto funesto que ha
tenido la corrupción en toda la estructura del Gobierno, la cual se ha
intensificado hasta niveles inauditos y ha llegado a convertirse en un freno
para las gigantescas sumas de dinero que se obtienen ya sea por vía de
emisiones o por transferencias del Gobierno de Estados Unidos. La corrupción
evita que se maximice la efectividad de estos dineros y se conviertan en obra
útil a largo plazo, acotó.
“Como dicen
los alemanes, en el lugar del peligro está la salvación. Tenemos que volver a
la mesa de dibujo, evaluar por qué fallamos y organizarnos para responder a los
retos como un pueblo unido, con una visión de país, que supere la fragmentación
y falta de continuidad que ha plagado nuestra trayectoria reciente”, expresó
sobre las posibilidades del país de salir de la crisis.
Reparó en
que no se trata de hacer magia, sino de reconocer los perfiles de los problemas
macroeconómicos que tiene el país que son el desempleo, crecimiento lento, mala
distribución de la riqueza, etc., y desarrollar un plan estratégico nacional
para salir del atolladero.
En esa
línea le cuestionamos si las medidas recomendadas por el Ejecutivo para atender
la situación del Sistema de Retiro de los Empleados Públicos son efectivas, o
puede haber mejores alternativas.
El
profesor Negrón Díaz consideró que la administración de García Padilla rompió
el hielo con una propuesta que es esencialmente un primer borrador útil que
estará sujeto a significativas revisiones por parte de la Legislatura a la luz
de la multiplicidad de planteamientos que harán tanto las personas retiradas,
los empleados en funciones y las instituciones que los representan, así como
los propios funcionarios de los Sistemas de Retiro. Vaticinó que será una
batalla cruenta, que tendrá que darse en un espacio de tiempo restringido, ya
que la presión de las casas acreditadoras es enorme.
Socializar el dolor
En ese
proceso apuntó que tal vez logren progresar las alternativas orientadas a
proteger la integridad de las pensiones y sus concomitantes beneficios
adicionales. No obstante, advirtió que como la reestructuración de los sistemas
es inevitable, lo que se perfila es que el peso de la reestructuración no la
van a afrontar totalmente los empleados activos y los pensionados, sino que
parte la compartirán las contribuyentes y los consumidores en general por vía
de incrementos en los costos de diversas transacciones, especialmente las
financieras, y cambios en el IVU, en los seguros compulsorios de vehículos y
otros mecanismos diversos.
“A todas
luces, se tratará de socializar el dolor, máxime cuando se reconoce el poder de
los votos de los empleados públicos y de los retirados”, reconoció.
Desarrollo de lo nuestro
El
cuestionamiento obligatorio es entonces, si son necesarios cambios profundos en
la estructura económica del país, ¿son éstos posibles?
De manera
categórica el economista respondió, “son necesarios. Hay que reorientarse hacia
el desarrollo económico endógeno—pequeñas fábricas y pequeños negocios
comerciales y de servicios, proyectos agrícolas y agroindustriales, hoteles de
turismo de propiedad local, servicios profesionales exportables, expansión de
nuestra capacidad de exportación hacia los países del Caribe y hacia América
Latina en general—ya que no se puede esperar mucho de las grandes empresas
manufactureras ni un auge renovado en la construcción”.
En cuanto
al rol del gobierno, dijo que éste tiene que jugar un papel clave en el fomento
del empleo y en la incentivación, mediante financiamiento oportuno y bien
administrado, de la pequeña y mediana empresa. Expresó que el Gobierno también
puede apoyar con prácticas de preferencia en la compra a empresas locales e
impulsar campañas orientadas a que la población consuma los productos y
servicios generados en la Isla.
A la luz
de que estas recomendaciones son contrarias a la insistencia del Gobierno de
continuar con la política de grandes privatizaciones, aun cuando se ha
comprobado que no dan los resultados esperados, el economista acusó que la
presión de la masiva deuda pública, tanto del Gobierno Central como de las
corporaciones públicas, han sido el caldo de cultivo para la consolidación de
los afanes neoliberales.
“Si
miramos atrás, nadie puede negar el formidable éxito que el Gobierno logró en
el campo de la telefonía. La PRTC fue un modelo de desarrollo estratégico que
olvidan hoy los que proponen la privatización a ultranza. El gradual colapso de
la manufactura y la pérdida de suficiencia y boyancia del sistema contributivo
han generado un clima de desconfianza que cohíbe al Gobierno de entrar en
aventuras de inversión que implique riesgos significativos”, reconoció.
¿Hasta
dónde se puede continuar con esta situación de precariedad?
Negrón
Díaz reconoció que hay consenso entre los economistas del país en cuanto a que
nos espera un largo periodo de crecimiento lento, en el mejor de los casos,
cuya duración dependerá de cuán en serio se tome el reto y en qué medida la
nueva administración logre unir al país en un esfuerzo colectivo, sistemático
para combatir la recesión, crear empleos y reactivar la confianza en el futuro.
Sobre el
peligro y cuestionamiento de por qué la situación económica no ha provocado una
convulsión social, Negrón dio crédito a que en buena medida, la pasada
administración pudo suavizar la convulsión causada por la severa recesión y los
despidos en masa que agravaron la caída, porque logró acuerdos con el sector
laboral organizado del sector público y aunque los despidos golpearon a un sector
con capacidad de movilización, a su vez hay que reconocer que tuvieron un
escaso poder combativo y más aun que sufrió estoicamente la barbarie. Un factor
muy hiriente fue que casi dos terceras partes de las personas despedidas fueron
féminas.
“Hay países
que tienen gran capacidad de aguante del dolor y las penurias. Uno de ellos es
Puerto Rico. Basta leer un libro de historia económica de Puerto Rico (pienso
en el de James Dietz) para ver las grandes angustias que sufrió nuestro pueblo
a lo largo de su historia, sin que se produjeran revoluciones sociales
significativas, aunque sí grandes luchas históricas como el Grito de Lares, los
movimientos laborales en la industria de la caña de azúcar en los años 30 y la
consolidación y expansión del movimiento obrero organizado desde principios de
la modernización del país que se inició a principios de los 1950”.
Negrón
Díaz reclamó que no se debe subestimar la revolución pacífica que logró Puerto
Rico de 1950 “e hizo retroceder el atraso, el analfabetismo, las enfermedades
endémicas y la desesperanza, si bien dejó al país en precariedad institucional
(ausencia de poderes soberanos y dependencia crónica de capital externo y de
los fondos federales) que hoy sofoca nuestra alternativas para salir de la
crisis”.
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