La función intermediadora del BGF
A mediados de febrero pasado
les expresé a algunos colegas mi idea de que el Banco Gubernamental de Fomento, al amparo del TARP, debiera acudir a
la Reserva Federal y la Tesorería de los Estados Unidos a proponerse como intermediario en la solución
crisis económica de Puerto Rico.
Con satisfacción constato
que dos distinguidos y apreciados economistas, William Lockwood, vicepresidente ejecutivo del BGF, anunció la solicitud de
un préstamo por $5,000 millones. El doctor Juan Lara, catedrático de economía de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras,
fundamentó lo acertado de dicha gestión y que su concesión establecería un precedente en el enfoque de la política
monetaria de Estados Unidos.
El propósito expreso del
BGF sería financiar unas iniciativas para combatir la crisis presupuestaria del Gobierno, el sistema financiero local
y el estimular la actividad inversionista privada local.
Desde una perspectiva más
amplia, visualizo un banco gubernamental con objetivos sociales y poderes oportunos, aunque limitados, para cumplir
sus funciones como agente fiscal, instrumentar una política crediticia estabilizadora del sistema financiero y promover el
crecimiento económico en Puerto Rico. Observo además un sistema bancario debilitado por una prolongada crisis local en la
construcción y complicado, con un nivel desconocido, de infección propagada por los activos tóxicos.
El BGF debe reconceptualizar
su solicitud de fondos destacando el aspecto de ajuste al sistema financiero. Pudiera, a cambio, ofrecer una oportunidad única
a las agencias de regulación financiera federal de asumir la coordinación de una previsible operación en serie de salvamento
y prevención al propagarse la crisis entre entidades financieras en alto riesgo de contagio con la pandemia del sector.
Por su naturaleza, el BGF
pudiera cumplir más adecuadamente con la aspiración frustrada de los programas de TARP de canalizar su ayuda
hacia actividades de estabilización de entidades insolventes e inducir estímulo macroeconómico al sistema productivo.
En sus pasadas experiencias
de salvamento, la Reserva Federal y la Tesorería se ha confrontado con empresas asistidas que han desviado sus fondos
hacia actividades contrarias a los fines del TARP.
Con este acuerdo, el BGF
recibiría una inyección de fondos que le permitiría ampliar sus limitados recursos en su función como agente fiscal
gubernamental. Fortalecería también su rol de suplir crédito a proyectos públicos y privados de alta y urgente viabilidad
socioeconómica.
Además debutaría en su
función de gerenciar deliberadamente una política monetaria local, prevista por su fundador Rexford G. Tugwell en 1942,
la cual fue objeto de debate entre economistas a principio de 1962 y que actualmente constituye un reto creativo para aliviar
los sacrificios del Plan Oficial de Reconstrucción.
Los fondos asignados al
BGF atenderían sus propias necesidades y los consignados adicionalmente para los bancos comerciales subsidiados se les consideraría
reservas legales saneadas que ampliarían su capacidad crediticia por un múltiplo de la cantidad otorgada.
En el desempeño de esta
política monetaria, el BGF acordaría con Junta de Gobierno de la Reserva Federal y la Tesorería el diseñar, administrar y
supervisar el protocolo de las solicitudes y asignaciones de fondos inoculados a aquellas entidades financieras peticionarias
de asistencia bajo el programa TARP. Recientemente cada banco solicitante de asistencia ha acudido, individualmente,
sin mediar una evaluación sistémica.
El BGF aprovecharía su
conocimiento panorámico para establecer criterios de evaluación relevantes a su impacto socioeconómico insular. Se responsabilizaría
también de organizar procedimientos transparentes, eficaces y justos ante las agencias federales.