La economía de Puerto Rico: ¿Recesión
o depresión?
A principios de esta semana
el Presidente de la Junta de Planificación, Héctor Morales Vargas, sin duda abrumado por la gran cantidad de señales económicas
que se observan en la primera mitad del presente año fiscal y por hecho de que la recesión económica de Puerto Rico ya se
ha prolongado por tres años, se apresuró a decir que ya se pasó a una fase que podría llamarse un estado de depresión.
A todas luces la situación es grave,
pero no es prudente darle la categoría de depresión en esta etapa aunque sin duda, si persiste el declive sistemático y acentuado
de la economía en general y de todos sus sectores en particular, tarde o temprano se cruzará la línea que divide la recesión
de la depresión.
La depresión es una caída radical,
es decir, profunda y prolongada, en la actividad económica que se caracteriza por una fuerte contracción en la producción,
subutilización crónica de la capacidad industrial, aumento significativo en el desempleo total y en la tasa de desempleo,
acentuada reducción de los volúmenes de inversión y una pérdida considerable de la capacidad para generar exportaciones y
para sufragar las importaciones.
Tal vez el juicio del Presidente
de la Junta de Planificación, al menos por el momento, es una extrapolación o pronóstico a base de los indicadores más recientes
más que un diagnóstico de la situación actual. No obstante, debemos reconocer que la ominosa palabra depresión se asoma en
el horizonte cuando la situación recesionaria se agrava y prolonga más de lo normal y las autoridades gubernamentales, que
son las llamadas a conjurar la crisis, fallan en su función estabilizadora.
El cuadro de indicadores mensuales de la economía de Puerto Rico que publica el Banco Gubernamental de Fomento
en su página en Internet, nos ofrece la posibilidad de tomar el pulso de nuestro orden productivo, sin bien existe un alto
grado de disparidad en lo que respecta a la fechas de referencia de la información. En la medida en que usamos el año fiscal
como marco de referencia histórica, conviene recordar que el rezago de los datos con respecto al mes en que se redacta el
análisis varía desde un mínimo de un mes, en el caso de la producción y ventas de cemento,
hasta un máximo de tres meses, en el caso de los indicadores de turismo. De todos modos, se analizan los datos más
recientes de cada variable bajo análisis, para completar el perfil de la actuación de la economía a medida que avanza el año
fiscal.
Durante los primeros seis meses del año fiscal en 2009 (julio a diciembre de 2008),
a juzgar por la conducta de los principales indicadores mensuales, examinados uno a uno, la economía de Puerto Rico,
se hallaba en recesión, sin que se observaran signos de recuperación significativos
en ningún sector de la economía
Examinemos la actuación de los principales indicadores mensuales en comparación con los primeros seis meses del
año fiscal 2008:
El empleo total promedio, medido por la Encuesta de Viviendas, ajustado por estacionalidad, disminuyó en 1.4%. La tasa de participación, sin ajustar por estacionalidad,
se redujo de 45.20% a 44.6. %, pero aún así, la tasa de desempleo, con el debido
ajuste estacional, subió de 11.3% a 12.4% y el desempleo total, ajustado por
estacionalidad, aumentó de 155,600 a 170,100, un alza de 9.3 %.
Sin ajustar por estacionalidad, la tasa de empleo promedio (el empleo total como por ciento de la población civil
de 16 años y más) fue de 39.1%, 0.9 puntos porcentuales menos que en igual periodo del año precedente.
El empleo asalariado no agrícola promedio, medido por la Encuesta de Establecimientos, fue de 995,600, que vino
a ser una baja de 3.1%. Se registraron contracciones de empleo en todos los sectores económicos, menos en la construcción.
Las reducciones fueron: comercio (5.9%), gobierno (0.6%), transportación (5.3%), información (4.0%), finanzas, seguros y bienes
raíces (4.5%), servicios (4.0%) y manufactura (4.8%). En cambio, hubo un alza de 1.5% en el empleo en la construcción. Se
perdieron 1,800 empleos en el sector público y 30,200 en el sector privado, para un total de 31,900 empleos menos.
El empleo manufacturero, medido por la Encuesta de Establecimientos, tuvo un promedio de 100,500, el más bajo desde
tiempos inmemoriales (basta recordar que hace diez años el empleo promedio del sector rondaba el nivel de 151,400), en comparación
con 105,600 en iguales meses del año fiscal anterior, una baja, como ya se indicó,
de 4.8%. El empleo de las industrias de bienes duraderos disminuyó en 7.0%, mientras que en el caso de las industrias de bienes
no duraderos la baja fue aún menos acentuada: de 3.9%. En términos absolutos, las primeras tuvieron una disminución de 1,800
empleos, mientras que en las segundas la pérdida fue de 2,400 empleos, para un total de 5,100 empleos menos.
Hasta noviembre, la actividad promocional de la Compañía de Fomento
Industrial mostró un marcado deterioro con respecto a igual periodo de año anterior: bajas de 51.3% en el número de proyectos,
de 72.9% en el empleo comprometido, de 73.4% en la nómina comprometida y de 52.3% en la inversión comprometida. Hasta ese
mes se habían promovido 19 proyectos, con empleo comprometido montante a 791
y una inversión comprometida de $80.5 millones.
Hasta octubre, el registro total en hoteles de turismo había disminuido en 0.4%, debido básicamente a una baja
de 0.7% en el registro de no residentes. De igual modo, el registro en hoteles de turismo disminuyó en ese periodo en 0.2%
en comparación con iguales meses del año precedente, como secuela de una baja de 0.6% en el registro de no residentes. La
tasa de ocupación en hoteles de turismo disminuyó a 65.2%, en comparación con 68.6% en el periodo anterior.
Hasta noviembre, las exportaciones totalizaron $25,833 millones, una baja de 1.3%, mientras que las importaciones
sumaron a $19,015 millones, un disminución de 6.9%. En consecuencia, el saldo comercial acumulado aumentó en 13.6% a $8,122
millones. Es notable el hecho de que durante el periodo las importaciones procedentes de Estados Unidos disminuyeron en 14.7%.
Hasta noviembre, los ingresos netos del Fondo General disminuyeron en 4.6%, al alcanzar un nivel de $3,961.0 millones.
Los recaudos por concepto de arbitrios, el componente contributivo más coincidente con el ciclo económico, disminuyeron durante
el periodo en 2.0%, pero hay que recordar que la entrada del impuesto sobre ventas y uso en noviembre de 2006 desplazó el
importante componente del arbitrio general del 5%. De julio a diciembre de 2008, los recaudos por concepto del IVU al nivel
estatal que pasaron al Fondo General montaron a $368.7 millones, una baja de 7.1% o
$28.3 millones respecto a igual periodo del año anterior. Además del impacto de la recesión, hay que tomar en cuenta que durante
algunos días de septiembre hubo una moratoria (intempestiva y pésimamente administrada) en el pago del IVU por motivo del
paso de un huracán cerca de Puerto Rico. La más importante baja en el área de arbitrios se observó en aquellos relacionados
con vehículos de motor, que sufrieron una caída de 8.6%. Las contribuciones de individuos tuvieron una baja de 5.5% que fue
contrapesada por un alza de 0.3% en las contribuciones de corporaciones.
El consumo de energía eléctrica disminuyó en 5.5%. En el caso del componente industrial se observó una baja mucho más acentuada: 10.2%. El consumo del comercio
tuvo una disminución de 1.8%, mientras que el del sector residencial tuvo una contracción de 7.8%.
Hasta diciembre, los indicadores de la construcción disminuyeron
acentuadamente. Por un lado, la producción doméstica de cemento se redujo en 17.4% y las ventas totales de cemento tuvieron
un baja de 19.6%, y por otro lado, hasta octubre, el número de los permisos de construcción disminuyó en 4.8% y el valor de los mismos se contrajo en 24.2%.
Los datos correspondientes a enero de 2009 colocan la producción doméstica de cemento 17.3% por debajo de igual
mes del año anterior, mientras que las ventas de cemento corrieron 21.2% por debajo de enero de 2008.
La evolución general de la economía en el primer semestre del año fiscal
2009 estuvo acompañada por una preocupante aceleración de los precios al consumidor, que crecieron en 7.9%, según medido por
el nuevo Índice de Precios al Consumidor con base en diciembre de 2006. Los componentes que más avance mostraron fueron los de alimentos y bebidas (18.0%) y vivienda (12.7%). Como era de esperarse, dado el
colapso reciente de los precios del petróleo y la gasolina, el componente de transportación tuvo un retroceso de 4.4% en ese
periodo.
En suma, a las alturas de diciembre de 2008, a juzgar por los cambios en los principales indicadores económicos
mensuales, sin dejar de reconocer las discrepancias cronológicas de los datos, que no permiten una evaluación simultánea,
es decir, sobre la misma base histórica o periodo de referencia, la economía de Puerto Rico se hallaba en un indiscutible
patrón recesionario, pero a todas luces las cáidas de los principales indicadores económicos no justifican la aseveración
de que ya la economía de halla en depresión. Predominan abrumadoramente las señales negativas, entre ellas algunas muy preocupantes
como la disminución del empleo agregado y, en mayor o menor grado, del empleo en casi todos los sectores económicos, la lentitud
del turismo, la pérdida de dinamismo de los indicadores de la industria de la construcción, la persistencia de un alto de
desempleo y la reducción de la tasa de empleo, la aceleración del proceso inflacionario y el debilitamiento de los recaudos
del Gobierno.
Recuerdo con mucho respeto la prédica del excelente lingüista puertorriqueño Eliezer Narváez en sentido de que
debemos perder el respeto excesivo a las palabras y pronunciarlas con el rigor y dureza que requieran las circunstancias,
pero no podemos olvidar que detrás de cada una de ellas, particularmente cuando se trata de juicios científicos, hay una realidad
objetiva que debe guardar correspondencia con el uso que se hace de la palabra.
En el contexto presente la palabra depresión invoca una realidad que aún no existe objetivamente, pero hay que
reconocer que alude a un orden de cosas de que no está muy lejos si persisten las tendencias recientes de los indicadores
económicos.
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