REFLEXIONES
SOBRE EL MENSAJE DE ESTADO DE SITUACIÓN DEL PAÍS, PRONUNCIADO POR EL GOBERNADOR
ALEJANDRO GARCÍA PADILLA ANTE LA LEGISLATURA EL 30 DE ABRIL DE 2015
El mensaje
del Gobernador nos exige análisis económico y político de la nueva situación.
Lo cierto es que estamos navegando por aguas
profundas, sin cartas de navegación, en medio de la alteración sustancial de
nuestro orden institucional y enfrentamos a amenazas graves, sin precedentes,
que avanzan desde todos los flancos.
Se abren nuevos rumbos, nuevas estrategias, enunciadas
en forma dramática por el Gobernador cuya naturaleza, alcance y sentido
tendremos que analizar a fondo a medida que vayan tomando cuerpo. Acciones
ejecutivas, iniciativas que le hagan un rodeo al bloqueo legislativo,
presupuesto con severos ajustes y reducción drásticas de gastos (sin despido de
empleados), planes económicos y financieros a largo plazo: todo un nuevo y
bravo mundo para afrontar una crisis de profundidad y proporciones sin
precedentes.
En situaciones como ésta, lo que Alfred Marshall llamaba
del motor de
análisis económico tarda mucho en recibir los insumos que le son necesarios
para ponerse en marcha.
Tenemos que esperar. Pero el análisis fluirá, tarde o
temprano. Tal vez sea un momento más propicio para el análisis político. Ese no
es mi terreno, pero me aventuro a lanzar varias ideas.
El Gobernador
y su equipo de trabajo tienen que definir sus planes de trabajo, trazar
agendas, fijar metas y objetivos, con sus correspondientes métricas, hacer un
acercamiento a la Legislatura para darle un solución de consenso al problema de
la ineficacia y obsolescencia del sistema contributivo, ajustar los ingresos
gastos del presupuesto del año fiscal entrante, darle cuerpo a los señalados
planes de 5 años, responder a las múltiples inquietudes de las casas
acreditadoras, los bonistas y las agencias federales,
Llegó la hora de la acción, paso la hora de las
palabras. Ya vimos que interminables discursos en contra y a favor de la
Reforma Contributiva, cientos de horas de deliberación parlamentaria, ingentes
trabajos de los asesores de la Cámara de Representantes (incluyendo la
aportación de destacados economistas del patio), incontables ponencias, marchas
y piquetes, desembocaron en una portentosa pérdida de tiempo y en la peor
frustración que haya sufrido Gobierno alguno en la historia moderna de Puerto
Rico.
Sin duda, sorprendió a muchos el reto que el
Gobernador le lanzó a la Legislatura y su reprimenda a los miembros de la
delegación en la Cámara del PPD que votaron en contra de la Reforma
Contributiva, manifestaciones de cierta frustración con los mecanismos de la
democracia, que por lo demás son válidos y demuestran que hemos avanzado en lo
que respecta al grado de autonomía de la Legislatura como poder político y de
los miembros de ésta como individuos.
Sin duda, como dijo Martí, es la hora de hornos, pero
hasta ahora lo que hemos visto son las tinieblas y no la luz. No solo el
Gobernador y su gente tienen que arrojar nueva luz, también la Legislatura, que
ha quedado como una caja de resonancias, no como una efectiva maquinaria
generadora de orientación para el país.
A propósito, Hace varios meses el gran economista Paul
Krugman escribió una columna en la cual
a base de los resultados de las elecciones congresionales de mitad de
cuatrienio y de diversas señales del ambiente político de Estados Unidos
anticipó un triunfo del Partido Republicano en las elecciones presidenciales de
2016.
Lo paradójico de caso es que el pronóstico de Krugman
no se basa en la idea de que los republicanos ofrezcan un mejor programa de
gobierno y planes de acción superiores a los demócratas, sino en el simple
hecho de que los desaciertos de la Administración Obama en tantos y tan
variados frentes–economía, política exterior, manejo de los asuntos migratorios
y otros–iba a generar una ola favorable para un cambio de mando, aún cuando los
republicanos no estaban ofreciendo explicaciones claras sobre los diversos
problemas del país.
Un proceso similar parece estar gestándose en Puerto
Rico. Ante la falla sistemática, a todas luces patente (aunque en parte
explicable debido a la herencia de condiciones económicas, financieras y
administrativas abrumadoras, inmanejables) de la Administración García Padilla
comienza a surgir la opinión generalizada de que el PNP habrá de advenir al
poder, no por márgenes mínimos, no en forma cerrada, sino por una abrumadora y
aplastante mayoría, un inexorable copo electoral.
Lo preocupante es que, al igual que en Estados Unidos,
en Puerto Rico el control político podría pasar a manos de un partido que no le
planteado al pueblo alternativas claras, coherentes, viables para resolver los
terribles dilemas de política económica que afronta el país, sino que se ha
limitado, al menos hasta ahora, a criticar y rechazar todas las acciones que el
PPD ha tomado para enderezar el país y sacarlo de la recesión prolongada, de la
crisis de las finanzas públicas, del presupuesto, de la deuda y del orden
administrativo en general.
Hay varias razones por las cuales el principal partido
de oposición ha fallado (o ha esquivado astutamente) su función fiscalizadora,
su papel de principal fuerza de oposición: limitado poder en los cuerpos
legislativos, batalla interna de liderato, ausencia de pensamiento nuevo sobre
los asuntos en disputa, estrategia de dejar que el opositor se caiga por su
propio peso. conflictos ideológicos internos–pero lo cierto es que fuera de
expresiones críticas ocasionales de Pedro Pierluisi, agudos señalamientos de
Thomas Rivera Schatz, generalizaciones de Ricardo “Ricky” Rosselló, además de
comentarios críticos de algunos de senadores, representantes y alcaldes del
PNP, la oposición principal ha jugado un papel discreto, inexplicablemente
pasivo si tomamos en cuenta la gravedad de las cosas que ha estado ocurriendo
en el país, desde las amenazas de cierre del Gobierno hasta la insolvencia del
BGF, la quiebra de la AEE y peor aún la insolvencia del ELA.
Ahora bien, tal parece que la derrota de la Reforma
Contributiva en la Cámara de Representantes, con el voto en bloque del PNP y el
cruce de líneas de seis representantes del PPD, dará por terminado el viaje en
trineo que estaba haciendo el PNP en el contexto de nuestra política nacional.
El activismo anunciado por el Gobernador, la gravedad
de la crisis, la idea de impulsar iniciativas a base de órdenes ejecutivas y
diversas acciones desde Fortaleza, y la amenaza de darle la vuelta a la
Legislatura, en busca de acciones más directas y efectivas, servirá de
aldabonazo para el PNP.
Se acabó la invernación, la espera pasiva y
conveniente. A la hora de la acción, todo el que se quede inmóvil se quedará
atrás, el camarón que se duerma se lo llevará la corriente. Se acabó el
monólogo, el PNP tiene que hablar con fuerza y determinación, ofrecerle planes
y estrategias sólidas, viables y concretas al país. Si el poder les cae en las
manos por pura orden de sucesión, por aquello de ser la única alternativa
viable, se arrepentirán de haber ganado y no tendrán la fuerza moral de
exigirle sacrificios al pueblo y se verán obligados a improvisar, a
inventársela en el aire, que es lo peor que un gobierno y un país pueden hacer
en medio de una crisis.
No basta con agitar, como decía Benny Frankie Cerezo,
el trapo colorado (se refería a la capa roja del torero) para atraer los votos
de los estadistas. Se necesita mucho más que eso para responder a los graves
dilemas de nuestro pueblo.
Los dirigentes del PNP saben que estas palabras vienen
de una persona que respeta profundamente los logros históricos de esa
colectividad y que solo aspira a que la democracia de Puerto Rico, nuestro sistema
de gobierno, sobreviva integralmente esta terrible coyuntura histórica.