Sonetos del amor oscuro (1936)
Federico García Lorca
SONETO
GONGORINO EN QUE EL POETA MANDA
A SU AMOR UNA PALOMA
Este
pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de
blanca pluma,
sobre laurel de Grecia vierte y suma
llama lenta de amor do estoy parando.
Su cándida virtud, su cuello blando,
en limo doble de caliente espuma,
con
un temblor de escarcha, perla y bruma
la ausencia
de tu boca está marcando.
Pasa la mano sobre su blancura
y verás qué nevada melodía
esparce en copos sobre tu hermosura.
Así
mi corazón de noche y día,
preso en la cárcel del
amor oscura,
llora sin verte su melancolía.
LLAGAS
DE AMOR
Esta luz, este fuego que devora.
Este paisaje gris que me rodea.
Este
dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo
y hora.
Este llanto de sangre que decora
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este
peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi
pecho mora.
Son guirnalda de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre
las ruinas de mi pecho hundido.
Y aunque busco la cumbre de prudencia
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.
SONETO
DE LA GUIRNALDA DE LAS ROSAS
¡Esa guirnalda! ¡Pronto! ¡Que me muero!
¡Teje deprisa! ¡Cantal ¡Gime! ¡Canta!
Que la sombra me enturbia la garganta
y
otra vez viene y mil la luz de enero.
Entre lo que me quieres y te quiero,
aire de estrellas y temblor de planta
espesura de anémonas levanta
con oscuro
gemir un año entero.
Goza el fresco paisaje de mi herida,
quiebra juncos y arroyos delicados,
bebe
en muslo de miel sangre vertida.
Pronto ¡prontol! Que unidos, enlazados,
boca rota de amor y alma mordida,
el tiempo nos encuentre destrozados.
EL POETA DICE LA VERDAD
Quiero llorar mi pena y te lo
digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores
con un puñal, con besos y contigo.
Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y
convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón
de duro trigo.
Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con
decrépito sol y luna vieja.
Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.
EL
POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que
si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal, la piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel
helada que la luna vierte.
Pero
yo te sufrí, rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre
tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena,
pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche
del alma para siempre oscura.
AY
VOZ SECRETA DEL AMOR OSCURO
¡Ay voz secreta del amor oscuro!
¡ay balido sin lanas! ¡ay herida!
¡ay
aguja de hiel, camelia hundida!
¡ay corriente sin
mar, ciudad sin muro!
¡Ay noche inmensa de perfil seguro,
montaña celestial de angustia erguida!
¡ay perro en corazón, voz perseguida!
¡silencio
sin confín, lirio maduro!
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza!
SONETO
DE LA DULCE QUEJA
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que
me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de
tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es
no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano
de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si
soy el perro de tu señorío.
No
me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas
de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.
NOCHE
DEL AMOR INSOMNE
Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reías.
Tu
desdén era un dios, las quejas mías
momentos y palomas
en cadena
Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tú por hondas lejanías.
Mi
dolor era un grupo de agonías
sobre tu débil corazón
de arena.
La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado
de una sangre sin fin que se derrama.
Y el sol entró por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado.
EL
POETA PREGUNTA A SU AMOR
POR LA CIUDAD ENCANTADA DE
CUENCA
¿Te gustó la ciudad que gota a gota
labró el agua en el centro de los pinos?
¿Viste sueños y rostros y caminos
y muros de
dolor que el aire azota?
¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que
coronan de amor piedra remota?
Te acordaste de mí cuando subías
al silencio que sufre la serpiente,
prisionera
de grillos y de umbrías?
¿No viste por el aire transparente
una dalia de penas y alegrías
que te mandó mi corazón caliente?
EL POETA HABLA POR TELÉFONO CON EL AMOR
Tu voz regó
la duna de mi pecho
en la dulce cabina de madera.
Por el sur de mis pies fue primavera
y al norte de mi frente flor de helecho.
Pino de luz por el espacio estrecho
cantó sin alborada y sementera
y mi llanto prendió por vez primera
coronas
de esperanza por el techo.
Dulce y lejana voz por mí vertida.
Dulce y lejana voz por mí gustada.
Lejana y dulce voz amortecida.
Lejana como oscura corza herida.
Dulce como un sollozo en la nevada.
¡Lejana
y dulce en tuétano metida!
EL
AMOR DUERME EN EL PECHO DEL POETA
Tú nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por
una voz de penetrante acero.
Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas
de tu espíritu severo.
Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.
Pero sigue durmiendo, vida mía.
Oye mi sangre rota en los violines.
¡Mira
que nos acechan todavía!