RÍO GRANDE DE LOÍZA
¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en mi espíritu y deja
que mi alma se pierda en tus riachuelos, para buscar la fuente que te robó de niño y en un ímpetu loco
te devolvió al sendero.
Enróscate en mis labios y deja que te beba, para sentirte mío por un breve momento, y
esconderte del mundo, y en ti mismo esconderte, y oír voces de asombro, en la
boca del viento.
Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el íntimo secreto; confúndeme en el vuelo de mi
ave fantasía, y déjame una rosa de agua en mis ensueños.
¡Río Grande de Loíza!.. Mi manantial,
mi río, desde que alzóse al mundo el pétalo materno; contigo se bajaron desde las rudas cuestas a buscar nuevos surcos,
mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños.
Llegó
la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces, y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
¿Adónde te llevaste las aguas
que bañaron mis formas, en espiga del sol recién abierto? ¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo algún
fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana me estaré derramando para
abrir surcos nuevos; o si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río
Grande de Loíza! Azul, Moreno, Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul del cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en
el lecho; roja franja de sangre, cuando baja la lluvia a torrentes su barro te vomitan los cerros.
Río hombre,
pero hombre con pureza de río, porque das tu azul alma cuando das tu azul
beso. Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre que ha besado en mi alma al besar en mi cuerpo.
¡Río Grande de Loíza!... Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mi se sale por
los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
NOCHE DE AMOR EN TRES CANTOS
I
Ocaso
¡Cómo suena en mi alma la idea de una
noche completa en tus brazos diluyéndome toda en caricias mientras tú te me das extasiado!
¡Qué infinito el temblor
de miradas que vendrá en la emoción del abrazo, y qué
tierno el coloquio de besos que tendré estremecida en tus labios!
¡Cómo sueño las horas azules que me esperan
tendida a tu lado, sin más luz que la luz de tus ojos, sin más lecho que aquel de tu brazo!
¡Cómo siento mi amor
floreciendo en la mística voz de tu canto: notas tristes y alegres y hondas que unirán mi emoción a tu rapto!
¡Oh
la noche regada de estrellas que enviará desde todos sus astros la más pura armonía de reflejos como ofrenda nupcial a mi tálamo!
II
Media noche
Se ha callado la idea turbadora y
me siento en el sí de tu abrazo, convertida en un sordo murmullo que se interna en mi alma cantando.
Es la noche una cinta de estrellas que una a una a mi lecho han rodado; y
es mi vida algo así como un soplo ensartado de impulsos paganos.
Mis pequeñas palomas
se salen de su nido de anhelos extraños y caminan su forma tangible hacia el cielo ideal de sus manos.
Un
temblor indeciso de trópico nos penetra la alcoba. ¡Entre tanto, se han besado tu vida y mi vida... y las almas se van acercando!
¡Cómo siento que estoy en tu carne cual espiga a la sombra del astro! ¡Cómo siento que llego a tu alma y
que allá tú me estás esperando!
Se han unido, mi amor, se han unido nuestras risas más blancas que el blanco, y
¡oh milagro! en la luz de una lágrima se han besado tu llanto y mi llanto...
¡Cómo mueren las últimas millas que
me ataban al tren del pasado! ¡Qué frescura me mueve a quedarme en el alba que tú
me has brindado!
III
Alba
¡Oh la noche regada de estrellas que envió desde todos sus astros la
más pura armonía de reflejos como ofrenda nupcial a mi tálamo!
¡Cómo suena en mi alma la clara vibración pasional de mi amado, que se abrió todo en surcos inmensos donde
anduve mi amor, de su brazo!
La ternura de todos los surcos se ha quedado enredada en mis pasos, y los dulces
instantes vividos siguen, tenues, en mi alma soñando...
La
emoción que brotó de su vida -que fue en mi manantial desbordado- ha tomado la ruta del alba y ahora vuela por todos
los prados.
Ya la noche se fue; queda el velo que al recuerdo se enlaza, apretado, y nos mira en estrellas dormidas desde
el cielo en nosotros rondando...
Ya la noche se fue; y las nuevas emociones del alba se han atado. Todo sabe
a canciones y a frutos, y hay un niño de amor en mi mano.
Se ha quedado tu vida en mi vida como el alba se queda en los campos; y hay mil pájaros vivos en mi alma de esta noche de amor en tres cantos...
VIAJE ALADO
Hoy me acerco a tu alma con las manos amarillas de pájaros. La mirada corriendo por el cielo, y una leve llovizna entre mis labios.
Saltando claridades he
recogido el sol en los tejados, y una nube ligera que pasaba me prestó sus sandalias de aire blando.
La tierra
se ha colgado a mis sandalias y es un tren de emoción hasta tus brazos, donde las rosas sin querer se fueron unidas
a la ruta de mi canto.
La tragedia del mundo de mi senda
de amor se ha separado, y hay un aire muy suave en cada estrella removiéndome el polvo de los años.
Hasta mi
cara en vuelo las cortinas del mar se me treparon, y mis ojos se unieron a los ojos de todas
las pupilas del espacio.
Anudando emociones sorprendí una sonrisa entre
mis manos caída desde el pájaro más vivo que se asomó a mirar mi viaje alado.
Por encima del ruido de los hombres una larga ilusión se fue rodando, y dio a inclinar la sombra de mi
mente en el rayo de luz de tu regazo.
Como corola al viento, todo
el cosmos abrióseme a mi paso, y se quedó en el pétalo más rosa de esta flor de ilusión
que hasta ti alargo...
CANCION DESNUDA
Despierta de caricias, aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo. Estremecida y tenue sigo andando en tu imagen. ¡Fue
tan hondo de instintos mi sencillo reclamo!
De mi se huyeron horas de voluntad robusta, y humilde de razones, mi
sensación dejaron. Yo no supe de edades ni reflexiones yertas. ¡Yo fui la Vida, amado! La vida que pasaba por el
canto del ave y la arteria del árbol.
Otras notas más suaves pude haber descorrido, pero mi anhelo fértil no conocía de atajos: me
agarré a la hora loca, y mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.
Me solté a la pureza de un amor sin ropajes que
cargaba mi vida de lo irreal a lo humano, y hube de verme toda en un grito de lágrimas, ¡en recuerdo de pájaros!
Yo
no supe guardarme de invencibles corrientes ¡Yo fui la Vida, amado! La vida que en ti mismo descarriaba
su rumbo para darse a mis brazos.
YO FUI LA MAS CALLADA
Yo fui la más callada de todas las que hicieron el viaje
hasta tu puerto.
No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales, ni las sordas campanas de ancestrales reflejos; mi
ruta era la música salvaje de los pájaros que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.
No me cargaron buques pesados
de opulencia, ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo; encima de los buques mi rostro aparecía silbando en la
redonda sencillez de los vientos.
No pesé la armonía de ambiciones triviales que prometía tu mano colmada de destellos: sólo
pesé en el suelo de mi espíritu ágil el trágico abandono que ocultaba tu gesto.
Tu dualidad perenne la marcó mi
sed ávida. Te parecías al mar, resonante y discreto. Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos. Sobre mi tú seguiste
como el sol en los pétalos.
Y caminé en la brisa de tu dolor caído con
la tristeza ingenua de saberme en lo cierto: tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes en inmenso río blanco
corriendo hacia el desierto.
EL RIVAL DE MI RIO
Yo te fui contemplando desde la carne al alma, y me sentí
culpable de un extraño delito que me subía a los ojos en chispeantes miradas, y se rompía en mi rostro en rubor infinito.
De
pronto fue tornándose en pájaro mi boca, y un sentimiento cósmico inundó mis sentidos; me escondí en el secreto que
estalló en tus pupilas, y adiviné en tu rostro al rival de mi río.
¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en su vida. ¡Río
Grande de Loíza!... Alárgate en su espíritu, a ver si te descubres en la flor de su alma, o en el sol de sus ojos te contemplas tu mismo.
El tiene en sus caricias el gesto de tu abrazo, y en
sus palabras cuelgan rumores parecidos al lenguaje que llevas en tu boca de agua desde el más quieto charco al más agreste
risco.
Tú me besaste un día despertándome el alma; él también me ha besado con un beso tan límpido, que no se
allá en mi espíritu si posar extasiada en el beso del hombre o en el beso del río.
¡Quién sabe si al vestirme con
mi traje de carne, y al sentirte enroscado a mi anhelo más intimo, surgiste a mi presencia en el río de sus ojos, para
entregarte, humano, y sentirte más mío!
¡Quién sabe si al bajarte del lomo de la tierra para besarme toda en un loco delirio, te humanizaste en su alma, y brotaste en corrientes que una
a una en mi tierra de emoción hizo nido!
¡Oh rival de mi río!... ¿De dónde me llegaste? ¿En algún país remoto te
bañaste conmigo mientras en otra playa, con alguna doncella se entregaba en amores mi voluptuoso río?
¿Me sorprendiste
acaso en algún aguacero violando claridades y callando suspiros, portavoz ambulante de una raza de agua que me subió
a las venas en un beso del río?
¡Río Grande de Loíza!... Yo lo fui contemplando desde
la carne al alma: ese fue mi delito. Un sentimiento cósmico estremeció mi vida, y me llego el amor... tu rival presentido.
EL HOMBRE Y MI ALMA
¡Qué caricia larga de acción me sube por las venas anchas de recorrerme!
Me veo inmóvil de carne esperando la
lucha entre el hombre y mi alma, y me siento invencible, porque mi ahora es fuerte columna de avanzada en la aurora
que apunta, es grito de corazón vacío en la nave del mundo, es esfuerzo de ola tendido en playa firme para arrasar
calumnias de las conciencias rotas.
Entre el hombre y mi alma se
ha cruzado la espada... (La mente es una intérprete que traduce la fuerza en ideas que avanzan.)
De mi lado se
bate la conciencia del hombre en un sol de principios sobre el soy de las almas.
En la mano del hombre se defiende
la hueca escultura de normas sobre el tiempo moldeada.
Ha sonado la lucha... Y me siento intocada... Estoy
sobre los siglos con fiereza de olas... ¡Nadie palpe la sombra que mi impulso ahuyentara!
CANCIÓN DE MI SOMBRA MINÚSCULA
A veces la vida me quiere estallar en canciones de angustia inesperada!
Yo quisiera quedarme en el secreto de
mis penas punzantes como estrellas, pero mi alma no puede alcanzar el silencio del poema sin palabras, y
salta por mis labios hecha polvo de vibraciones íntimas.
Hay una
sola puerta abierta en el camino a donde va mi vida desconocida de sonrisas. Me echo a buscar su rastro, como si el cosmos se hubiese concentrado en su energía y hasta ella fuese mi emoción hecha pedazos de
mariposas destrozadas.
Mi emoción rueda ahora por una de esas islas salvajes de dolor. Me he sentido llegar allí
donde se mueren las canciones felices, y el dolor se da cita con la pintura transparente del cielo.
Me duele aquella rosa prematura que se cayó en mis
ojos herida por los pétalos rosados; y la última mirada de una novia del aire que se murió de castidad al sentirse de carne para el beso del hombre.
Sangra en el dolor del atardecer caído
en mis espaldas la pena del crepúsculo que no volverá a enamorar la margarita pálida del bosque.
Solloza de misterio en mi vuelo de nube una gota de lagrima que se subió al
espacio llevada por una espiga de rocío.
Todo el dolor que rueda en el instante abandonado viene a danzar su
ritmo en mi carne atormentada de ansiedad cósmica.
Y la emoción me estalla en canciones inútiles, dentro de este
espejismo de grandeza de donde parte, minúscula, mi sombra...
POEMA DE LA CITA ETERNA
Lo saben nuestras almas, más allá de las islas y más allá del sol. El trópico, en sandalias de luz, presto las alas, y tu sueño y mi sueño se encendieron.
Se
hizo la cita al mar... tonada de mis islas, y hubo duelo de lirios estirando colinas, y hubo llanto de arroyos enloqueciendo
brisas, y hubo furia de estrellas desabriéndose heridas... Tú, y mi voz de los riscos, combatían mi vida.
Se
hizo al mar tu victoria, sobre palmas vencidas...
Fue paisaje en lo inmenso, una imagen de mar casi riachuelo, de
río regresando, de vida, de tan honda, atomizándose. Y se dio cita eterna la emoción.
El mar, el verdadero mar, casi
ya mío... el mar, el mar extraño en su propio recinto... el mar ya quiere ser el mar sobremarino...
El mar,
tonada entretenida de mis islas, por traerse una flor de la montaña, se trajo mi canción en un descuido, mi canción
más sencilla, la canción de mis sueños extendidos.
Sobre el mar, sobre el tiempo, la tonada, la vela... La
cita eterna, amado, más allá de los rostros de las islas que sueñan.
En el pecho del viento van diciendo los lirios, que en el pecho del mar dos auroras se besan.
PROA DE MI VELERO DE ANSIEDAD
¡Si fuera todo mar, para nunca salirme de tu senda!
¡Si Dios me hiciera viento, para siempre encontrarme
por tus velas!
¡Si el universo acelerara el paso, para romper los ecos de esta ausencia!
Cuando regreses,
rodará en mi rostro la enternecida claridad que sueñas. Para mirarte, amado, en mis ojos
hay público de estrellas.
Cuando me tomes, trémulo, habrá lirios naciendo por mi tierra, y algún niño dormido
de caricia en cada nido azul que te detenga.
Nuestras almas, como ávidas gaviotas, se tenderán al viento de la entrega, y yo, fuente de olas, te haré cósmico... ¡Hay tanto
mar nadando en mis estrellas!
Recogeremos albas infinitas, las que duermen al astro en la palmera, las que prenden
el trino en las alondras y levantan el sueño de las selvas.
En cada alba desharemos juntos este poema exaltado
de la espera, y detendremos de emoción al mundo al regalo nupcial de auroras nuestras.
NO HAY ABANDONO
Se ha muerto la tiniebla en mis pupilas, desde que hallé tu corazón en la ventana de mi rostro enfermo.
¡Oh
pájaro de amor, que trinas hondo, como un clarín total y solitario en la voz de mi pecho! No hay
abandono... ni habrá miedo jamás en mi sonrisa.
¡Oh pájaro de amor, que vas nadando cielo en mi tristeza...! Más
allá de tus ojos mis crepúsculos sueñan bañarse en tus luces...
¿Es azul el misterio?
Asomada en mi misma
contemplo mi rescate, que me vuelve a la vida en tu destello...
CASI ALBA
Casi alba, como decir arroyo entre la fuente, como decir estrella, como decir paloma en
cielo de alas.
Esta noche se ha ido casi aurora, casi ronda de luna entre montañas, como una sensación de golondrina al picar su ilusión en una rama.
Amanecer, sin alas para
huirse, regreso de emoción hasta su alma, palomitas de
amor entre mis manos que al asalto de amor subieron castas.
Noche rasgada al tiempo repetido, detenida ciudad
de esencias altas, como una claridad rompes mi espíritu, circundas mi emoción como una jaula.
Amor callado y lejos... tímida vocecita de una dalia, así te quiero,
íntimo, sin saberte las puertas al mañana, casi sonrisa abierta entre las risas, entre juego de luces, casi alba...
DONDE COMIENZAS TÚ
Soy ola de abandono, derribada, tendida, sobre un inmenso azul de sueños y de alas.
Tú danzas por el agua
redonda de mis ojos con la canción más fresca colgando de tus labios. ¡No la sueltes, que el viento todavía azota fuerte por
mis brazos mojados, y no quiero perderte ni en la sílaba!
Yo fui un día la gaviota más ave de tu vida. (Mis pasos
fueron siempre enigma de los pájaros.)
Yo fui un día la más honda de tus edades íntimas (El universo entero cruzaba
por mis manos.)
¡Oh día de sueño y ola...! Nuestras dos juventudes hacia el viento estallaron.
Y pasó la
mañana, y pasó la agonía de la tarde muriéndose en el fondo de un lirio, y pasó la alba noche resbalando en los astros, y
pasó la extasiada juventud de la aurora exhibiéndose en pétalos y paso mi letargo...
Recuerdo que al mirarme
con la voz derrotada, las dos manos del cielo me cerraron
los párpados.
Fue tan sólo una ráfaga, una ráfaga húmeda que corto mi sonrisa me izó en los crepúsculos entre
caras de espanto.
Tú nadabas mis olas retardadas e inútiles, por poco me parto de dolor esperando...
Pero
llegaste, fértil, más intacto y más blanco. me llevaste, épico, venciéndote en ti mismo los caminos cerrados.
Hoy
anda mi caricia derribada, tendida, sobre un inmenso azul de sueños con mañana.
Soy ola de abandono, tus playas
ya saltan certeras, por mis lágrimas.
¡Amante, la ternura desgaja mis sentidos... o misma soy un sueño remando por
tus aguas!
VELAS SOBRE UN RECUERDO
Todo estático, menos la sangre mía, y la voz mía, y el recuerdo volando.
Todo el lecho es un cántico de fuego echando
a andar las ondas del reclamo. La misma pared siente que ha bajado a llamarte entre
mis labios.
¡Qué grandioso el silencio de mis dedos cuando toman el verso de los astros, que se cuelan en rápidas
guirnaldas para esculpirte en luces por mis brazos!
Va gritando tu nombre entre mis ojos, el mismo mar inquieto
y constelado. Las olas más infantes te pronuncian, al girar por mis párpados mojados.
Todo es ágil ternura por
mi lecho, entre cielos y ecos conturbados. Con tu sendero vivo en mi flor íntima, he movido lo estático....
ES UN ALGO DE SOMBRA
Como si entre mis pasos se paseara la muerte desde el cielo me miran
consternados los astros.
Algo esconde paisajes a mis ojos de sueño. Algo llueve en mi rostro las corolas del llanto.
Algo flota en mi espíritu por encima de tu alma, algo grave y doliente que destroza mis párpados.
¿Definirlo? Las rosas de mi amor se conmueven, y no
encuentran la nota de la pena en sus labios.
La palabra no puede con mi carga de angustia, y no cabe en mi verso
mi dolor exaltado.
Es un algo de sombra desnutriendo mi vuelo, un temor de ser poca a la sed de tus brazos,
de
perderte una noche desde todas mis alas, sin un surco en la frente ni un adiós en las manos.
¡Oh la sed infinita
de estrecharte y asirte, de escuchar que en tu vida soy montaña y soy llano,
que si agreste, sintieras un anhelo
de selva, bastaríante los riscos que contienen mis pasos,
que si a tus velas frágiles las destrozara el viento detendrías
tu naufragio en mis lirios mojados,
y si aún fuese la tierra poca senda a tus ansias, en mi verso de espumas hallarías
tu barco!
¡Oh la sed infinita! ¡0h el temor de perderte! ¡Oh mis ojos, cubridme, rescatadme del llanto!
¡Contempladlo! En sus labios mis sonrisas se baten, y aún habita en su rostro
mi recuerdo más casto.
Ved la huella de estrellas que le enciende la frente, son las mismas, las mutuas estrellitas
de antaño.
¡Perseguidlo! Aún es mío, aún las notas unidas de su voz y mi poema aletean el espacio.
Aún recorre
las nubes recogiendo mis lágrimas, por quitarle a mi río la ilusión de mi llanto.
Aún se duerme en la noche sobre
todas mis risas, constelando su sueño con mis trinos cerrados.
¡Oh mis ojos! Cerradle los caminos inciertos, que
en las rutas perdidas lo conduzcan mis pájaros.
POEMA DE LA INTIMA AGONIA
Este corazón mío, tan abierto y tan simple, es ya casi una fuente debajo de mi llanto.
Es un dolor sentado más
allá de la muerte. Un dolor esperando... esperando... esperando...
Todas las horas pasan con la muerte en los hombros. Yo
sola sigo quieta con mi sombra en los brazos.
No me cesa en los ojos de golpear el crepúsculo, ni me tumba la vida
como un árbol cansado.
Este corazón mío, que ni él mismo se oye, que
ni él mismo se siente de tan mudo y tan largo.
¡Cuántas veces lo he visto por las sendas inútiles recogiendo espejismos,
como un lago estrellado!
Es un dolor sentado más allá de la muerte, dolor
hecho de espigas y sueños desbandados.
Creyéndome gaviota, verme partido el vuelo, dándome a las estrellas, encontrarme
en los charcos.
¡Yo que siempre creí desnudarme la angustia con solo echar mi alma a girar con los astros!
¡Oh mi dolor, sentado más allá de la muerte! ¡Este corazón
mío, tan abierto y tan largo!
ENTRETANTO, LA OLA
Las sombras se han echado a dormir sobre mi soledad.
Mis cielos, víctimas
de invasoras constelaciones ebrias, se han desterrado al suelo como
en bandadas muertas de pájaros cansados.
Mis puertos inocentes se van segando al mar, y ni un barco ni un río
me carga la distancia.
Sola, desenfrenada en tierra de sombra y de silencio. Sola, partiéndome las manos con
el deseo marchito de edificar palomas con mis últimas alas.
Sola, entre mis calles húmedas, donde las ruinas
corren como muertos turbados.
Soy agotada y turbia espiga de abandono. Soy
desolada y lloro...
¡Oh este sentirse el alma más eco que canción! ¡Oh el temblor espumado del sueño a media aurora ¡Oh inútilmente larga la soledad siguiendo mi ca-mino sin sol!
Entretanto, la ola, amontonando ruidos sobre mi corazón. Mi corazón no
sabe de playa sin naufragios. Mi corazón no tiene casi ya corazón. Todo lo ha dado, todo... Es gesto casi exacto
a la entrega de Dios.
Entretanto, la ola... Todo el musgo del tiempo corrompido en un éxtasis de tormenta y de azote sobre mi ancho dolor. Tronchadas margaritas soltando
sus cadáveres por la senda partida donde muero sin flor. Pechos míos con lutos de emoción, aves naufragas arrojadas
del cielo, mutiladas, sin voz.
Todo el mundo en mi rostro, y
yo arrastrada y sola, matándome yo misma la última ilusión.
Soy derrotada... Alba tanto distante, que hasta
mi propia sombra con su sombra se ahuyenta.
Soy diluvio de duelos, toda un atormentado desenfreno de lluvia, un
lento agonizar entre espadas perpetuas. ¡Oh intemperie de mi alma! ¡En
qué ola sin nombre callaré tu poema!
YA NO ES MÍO MI AMOR
Si mi amor es así, como un torrente, como un río crecido en plena tempestad, como un lirio prendiendo raíces en
el viento, como una lluvia íntima, sin nubes y sin mar...
Si mi amor es de agua, ¿por qué a rumbos inmóviles
lo pretenden atar?
Si mi amor rompe suelos, disuelve la distancia como la claridad, ataja mariposas al igual que luceros, y cabalga horizontes como cruza un rosal...
Si el universo es átomo siguiéndome las alas, ¿por qué medirme el trino cuando rompe
a cantar?
Si mi amor ya no es mío, es yo misma borrando las riberas del mar, yo inevitablemente y fatalmente mía, germinándome el alma en mis albas de paz...
Si mi amor ya
no roza fronteras con mi espíritu, ¡qué canción sin su vida puede ser en mi faz?
¡Si mi amor ya no es mío! Es
tonada de espumas en los labios del mar...
DADME MI NÚMERO
¿Qué es lo que esperan? ¿No me llaman? ¿Me han olvidado entre las yerbas, mis camaradas más sencillos, todos
los muertos de la tierra?
¿Por qué no suenan sus campanas? Ya para el salto estoy dispuesta. ¿Acaso quieren más
cadáveres de sueños muertos de inocencia?
¿Acaso quieren más escombros de más goteadas primaveras, más ojos
secos en las nubes, más rostro herido en las tormentas?
¿Quieren el féretro del viento agazapado entre mis greñas? ¿Quieren el ansia del arroyo, muerta en mi mente de poeta?
¿Quieren el sol desmantelado, ya consumido en mis arterias? ¿Quieren
la sombra de mi sombra, donde no quede ni una estrella?
Casi no puedo con el mundo que azota entero mi conciencia...
¡Dadme
mi número! No quiero que hasta el amor se me desprenda... (Unido sueño que me sigue como a mis pasos va la huella.)
¡Dadme mi número, porque si no, me moriré después de muerta!
¡OH LENTITUD DEL MAR!
He tenido que dar, multiplicarme, despedazarme en órbitas complejas... Aquí en la intimidad, conmigo misma, ¡qué
sencillez me rompe la conciencia!
Para salvarme el mundo del espíritu, he tenido que armar mis manos quietas, ¡cómo anhelo la paz, la hora sin ruido, cuando nada conturbe mi existencia!
Todo sonar se ha muerto en mis pupilas, a mis
ojos no inquietan las estrellas, los caminos son libres de mi rumbo, y hasta el nombre del mar, sorda me deja.
¡Y aún me piden canciones por palabras, no conciben mi pulso sin
poemas, en mi andar buscan, trémulos, los astros, como si yo no fuese por
la tierra!
¡Oh lentitud del mar! ¡Oh el paso
breve con que la muerte avanza a mi ala muerta! ¿Cómo haría yo para salvarte el tiempo? ¿Qué me queda del mundo? ¿Que me queda...?
¡OH MAR, NO ESPERES MAS!
Tengo caído el sueño y la voz suspendida de mariposas muertas. El corazón me sube amontonado y solo a derrotar
auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa por la ciudad del viento más triste y devastada. Mi sed camina en ríos agotados y turbios, rota y despedazándose.
Amapolas
de luz, mis manos fueron fértiles tentaciones de incendio. Hoy, cenizas me tumban para el nido distante.
¡Oh
mar, no esperes más! Casi voy por la vida como gruta de escombros. Ya
ni el mismo silencio se detiene en mi nombre. Inútilmente estiro mi camino sin luces. Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.
¡Oh mar, no esperes más! Déjame amar tus brazos
con la misma agonía con que un día nací. Dame tu pecho azul, y seremos por siempre el corazón del llanto...
POEMA PARA LAS LÁGRIMAS
Corno cuando se abrieron por tus sueños mis párpados, rota y cansadamente, acoge mi partida.
Como si me tuvieras nadando entre tus brazos, donde las aguas corren dementes y perdidas.
Igual
que cuando amaste mis ensueños inútiles, apasionadamente, despídeme en la orilla...
Me voy como vinieron a tus vuelos mis pájaros, callada y mansamente, a reposar heridas.
Ya nada
más detiene mis ojos en la nube... Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída!
Sobre mi pecho saltan cadáveres
de estrellas que por ríos y por montes te robé, enternecida.
Todo fue mi universo unas olas volando, y mi alma una vela conduciendo tu vida...
Todo fue mar de espumas por mi ingenuo horizonte... Por
tu vida fue todo, una duda escondida.
¡Y saber que mis sueños jamás solos salieron por los prados azules a pintar
margaritas!
¡Y sentir que no tuve otra voz que su espíritu! ¡Y pensar que yo nunca sonreí sin su risa!
¡Nada
más! En mis dedos se suicidan las aves, y mis pasos cansados ya no nacen espigas.
Me voy como vinieron a tu techo mis cielos... fatal y quedamente, a quedarme dormida...
Como el descanso tibio del más simple crepúsculo, naturalmente
trágico, magistralmente herida.
Adiós. Rézame versos en las noches muy largas.. En mi pecho sin lumbre ya no cabe
la vida...
TE LLEVARÁN
Para ese día de sombra que llegará, amor mío, no risco volcado dentro de un manantial, ese
día de espanto y pañuelos al viento catemos desde ahora, que la vida se va.
Cantemos, sí, cantemos, que al cantarle
al silencio, a la sorda derrota y a la impar soledad, venceremos la muerte, venceremos la nada, y a la cumbre del
tiempo nuestras almas irán.
Cantemos, si, cantemos, que hay un solo minuto uno sólo aguardando nuestro mundo cruzar: ese
minuto trágico que hace tiempo nos ronda su oferta de lágrimas y mañanas sin paz.
¡Te llevarán! Los ecos del viento me lo dicen, los labios del
mar lloran que sí. ¡Te llevarán! Partirás, y mis ojos que tanto te nutrieron, bajarán quedamente a nutrir a la mar.
Podrás
amarme en sueños, pero mi voz, mi risa, ojos con riachuelos, de ti se ocultarán. Puede estrecharte el eco que ha estrechado
mi nombre desde mis labios, ¡nunca mis labios besarás!
Y cuando se alce el ruido marino, entre las noches apagadas
y crueles de tu pena inmortal, mi fiel camino de olas llevará hasta tu sueño la ternura que mi alma te ha salvado del mar.
Amado,
mis verdugos ya me han medido el paso, el color de mis huellas conocen, y mi ajuar: el pudor duerme nupcias eternas
con la forma; hacia el alma es muy largo el camino que andar.
¡Te llevarán! Para
esa eternidad de llanto cantemos desde ahora que la vida se va. Para ese día
de espanto y pañuelos al viento la canción de la muerte nos llegara del mar.
A JULIA DE BURGOS
Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga porque dicen que en verso doy al mundo mi
yo. Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de burgos. La que se alza en
mis versos no es tu voz: es mi voz porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más profundo abismo se tiende entre
las dos. Tú eres fria muñeca de mentira social, y yo, viril destello de la humana verdad. Tú, miel de cortesana hipocresías;
yo no; que en todos mis poemas desnudo el corazón. Tú eres como tu mundo,
egoísta; yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo. Tú eres sólo la grave señora señorona; yo no, yo soy
la vida, la fuerza, la mujer. Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no; yo de nadie, o de todos, porque a todos, a todos
en mi limpio sentir y en mi pensar me doy. Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no; a mí me riza el viento, a mí me pinta
el sol. Tú eres dama casera, resignada, sumisa, atada a los prejuicios de los hombres; yo no; que yo soy Rocinante
corriendo desbocado olfateando horizontes de justicia de Dios. Tú en ti misma no mandas; a ti todos te mandan; en
ti mandan tu esposo, tus padres, tus parientes, el cura, el modista, el teatro, el casino, el auto, las alhajas,
el banquete, el champán, el cielo y el infierno, y el que dirán social. En mí no, que en mí manda mi solo corazón, mi
solo pensamiento; quien manda en mí soy yo. Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del
pueblo. Tú en ti lo tienes todo y a todos se lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo. Tú, clavada al
estático dividendo ancestral, y yo, un uno en la cifra del divisor social
somos el duelo a muerte que se acerca fatal. Cuando las multitudes corran alborotadas dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes, tras los siete pecados, corran las multitudes, contra ti, y contra todo lo
injusto y lo inhumano, yo iré en medio de ellas con la tea en la mano. Enter content here
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