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Tres ensayos de enfoque microeconómico


Santos Negrón Díaz: TRES ENSAYOS DE ENFOQUE MICROECONÓMICO

La curva de aprendizaje

Al igual que la curva de Phillips, la curva de aprendizaje (¨learning curve¨) es una observación empírica que obligó a los economistas a desarrollar una teoría que explicara la misma. Se trata de ciertos procesos de producción en los cuales los costos promedio por unidad tienden a declinar con el tiempo a medida que los factores de producción aprenden el proceso de producción y se tornan más eficientes. El gran economista norteamericano Kenneth Arrow llamó a esta relación ¨learning by doing¨[1]. Es decir, la curva describe cambios en productividad inducidos por la experiencia humana. De ahí que también se le dé el nombre de curva de experiencia.

Por lo regular las curvas de aprendizaje son más acentuados en procesos de producción que son intensivos en el uso de mano de obra.

Definida en forma más estricta la curva de aprendizaje no es otra cosa que una curva de costo promedio por unidad de producción que es función declinante del nivel de producción acumulado.

Por lo regular el efecto de aprendizaje es más palpable cuando comienza el proceso de producción y disminuye a medida que pasa el tiempo. Así, procesos de producción ya maduros muestran muy poco efecto de aprendizaje y llega el momento en que la curva de aprendizaje se aplana.

En la medida que se pueda estimar una relación matemática entre el producto total y el costo por unidad, se puede pronosticar los costos por unidad.

Los estudios econométricos demuestran que la curva de aprendizaje no es una línea recta, sino que el costo por unidad es una función exponencial declinante de la producción acumulada. Así, la curva de aprendizaje puede expresarse como una función exponencial que toma la forma de:

CPU = aQbU

donde de CPU es el costo por unidad, Q representa el nivel de producción acumulada, a representa el costo de la primera unidad producida, b (típicamente un número negativo) indica la tasa a que declina el CPU a medida que aumenta Q en el tiempo y U es lo que en econometría se conoce como el término de error o de disturbio.

La anterior función se puede convertir en un lineal mediante una transformación logarítmica, esto es:

log CPU = log a + b log Q + log U

Si se dispone de información histórica sobre la relación entre el costo por unidad y el volumen acumulado de producción se puede hacer un análisis de regresión para estimar los parámetros a y b.

En el Apéndice Estadístico se presenta un ejemplo obtenido de un texto de Economía Gerencial que ayuda a entender el proceso de estimación de la curva de aprendizaje.

 

CÁLCULO DE LOS PARÁMETROS DE REGRESIÓN

DE LA CURVA DE APRENDIZAJE*

 

Fecha de observación

Costo por unidad, $

(CPU)

Volumen de producción acumulada, miles

(Q)

Log CPU

log Q

30 de septiembre

9.00

150

0.9545

2.176

15 de diciembre

7.20

275

0.8573

2.4393

1ro. de marzo

6.50

350

0.8129

2.5441

15 de mayo

5.85

500

0.7672

2.6990

 

 

 

 

 

 

Y

X

XY

X^2

 

0.9545

2.1761

2.0764

4.7354

 

0.8573

2.4393

2.0912

5.9502

 

0.8129

2.5441

2.0681

6.4724

 

0.7672

2.6990

2.0707

7.2846

SX = 9.8585 SY = 8.3064  XY = 8.3064

Y PROMEDIO= SY/n = 3.3916/4 = 0.8479

X PROMEDIO = SX/n = 9.8585/4 = 2.4646

B = nSXY-S XY/nSX^2-*(SY)^2 = 4(8.3064) -(9.8585)(3.3916)/4(24.4426)-(9.8585)^2=-0.3627

a = Y PROMEDIO-B(X PROMEDIO)= 0.8479-(-0.3627)2.4646=1.7418

ANTILOG 1.7418 = 55.18

R^2 = 0.99

Entonces:          CPU = 55.18Q-0.3627

Para pronosticar el costo por unidad a un volumen de producción 1,000 unidades, sustituimos

Q= 1,000 en la ecuación:

CPU= 55.18 (1000-0.3627) = 4.50

Es decir, podemos esperar que el CPU baje a $4.50 tan pronto el volumen de producción alcance un nivel de 1,000 unidades.

La teoría de los mercados contestables

La teoría macroeconómica suele evolucionar muy lentamente, por lo cual a nadie le debe sorprender que la teoría de los mercados contestables, desarrollada a principios de la década de los 80 por W.J. Baumol, J.C. Panzer y R.D. Willig, se considere un avance reciente.[2]

Basándose en trabajos previos que señalaron que las barreras a la entrada son elementos críticos que influyen sobre la fijación de precios en las empresas, estos investigadores definieron un mercado contestable como aquel al cual puede entrar una firma sin necesidad de incurrir en costos significativos. Este potencial para la entrada de nuevos competidores impide que las firmas existentes en el mercado generen ganancias superiores a las ganancias normales, ya que si ello ocurre se atraerían nuevas firmas al mercado que competirían con las firmas existentes y llevarían a que los precios cayeran por debajo de los costos.

En este sentido, la competencia pura y la competencia monopolística son mercados contestables, pero también lo son algunos mercados monopolísticos y oligopolísticos.

Si no hay barreras significativas a la entrada pero el tamaño de la planta escogido por las firmas en el mercado es relativamente grande para el mercado, sólo hay cabida para una firma (monopolio natural) o para unas cuantas firmas (oligopolio natural). No obstante, estos mercados monopólicos u oligopolísticos son también contestables, ya que la amenaza de perder o ver reducida su participación en el mercado debido a la entrada de nuevas firma obligará a las firmas existentes a mantener los precios cerca de sus costos promedio.

Surgen pues dos perspectivas antagónicas: la primera es la de las firmas existentes, que tratan de prevenir la entrada de nuevas empresas; la segunda, la de las empresas que aspiran a entrar, que pugnan por superar las barreras que puedan existir en el mercado.

Por lo regular las firmas existentes en el mercado contestable tienden a usar lo que se conoce como el precio límite, es decir, la práctica de fijar un precio por debajo del precio de maximización de ganancias con miras a desalentar la entrada de nuevas firmas. Para la firma entrante cuyo objetivo es la maximización de ganancias a corto plazo, el precio límite es el precio más alto que se puede fijar sin permitir que la firma entrante logre obtener ganancias normales. Si la firma que aspira a entrar al mercado adopta una visión de largo plazo y está preparada a afrontar pérdidas inicialmente, ya que pronostica ganancias a más largo plazo, el precio límite es el precio más alto que se puede fijar sin permitir que el valor presente de las ganancias esperadas por la firma entrante sean positivas.

En vista de que la estrategia de precio límite puede ser riesgosa para las firmas establecidas, ya que las obliga a incurrir en costos de oportunidad altos, éstas se ven inducidas a recurrir a acciones positivas tales como la innovación tecnológica y a la reducción de costos vía programas de reingeniería, reestructuración o rediseño del proceso de producción, con miras a mantener un margen de ganancia aceptable aun cuando se vean obligadas a disminuir los  precios para disuadir a las firmas entrantes.

Por el contrario, las firmas entrantes no sólo tienen que explorar la posibilidad de desarrollar métodos de gerencia y tecnología de producción que sean más eficientes que los que usan las firmas establecidas, sino que también deben hacer campaña para que el gobierno reduzca la reglamentación excesiva de la industria (que suele favorecer a las firmas establecidas), buscar alianzas con grupos de consumidores y firmas que favorecen que se desmonte el poder monopólico u oligopolio de las firmas establecidas, utilizar canales no convencionales de mercadeo y desarrollar alianzas estratégicas con firmas extranjeras para lograr contrarrestar las barreras de precio o de competitividad tecnológica que hayan desarrollado las firmas establecidas.

En suma, el mercado contestable implica una compleja batalla de estrategias en la cual la vulnerabilidad de las firmas existentes en el mercado contestable, que se debe a la ausencia de barreras significativas a la entrada de nuevas firmas, se traduce en beneficios para los consumidores (precios más bajos), aun cuando haya cierto grado de concentración en el mercado, ya que el reto de los firmas entrantes obliga a que los precios se mantengan competitivos, es decir, muy cercanos a los costos de producción promedio que afrontan las empresas.

La estrategia de reducción de costos a largo plazo: una opción para la empresa

A la memoria de Gladys Crescioni

 

En la primavera de 1992, los profesores Michael D. Shields, de San Diego State University, y S. Mark Young, de la Universidad de Colorado, publicaron un artículo en la revista Cost Management que constituye un verdadero clásico de la planificación corporativa y de la economía gerencial contemporáneas. El título del artículo es: Effective Long-Term Cost Reduction: A Strategic Perspective.

Se trata de un vigoroso argumento a favor de la tesis de que la reducción efectiva de costos a largo plazo es una actividad continua que debe ser no sólo una prioridad estratégica, sino parte integral de la cultura interna de la empresa.

El enfoque propuesto por los autores contrasta con los sistemas tradicionales de reducción de costos, que colocan el peso en acciones expeditas de reducción en los costos a corto plazo, en respuesta a crisis inmediatas. Los métodos tradicionales de reducción de costos son el despido de personal en las épocas de descenso de las ventas, la fuga hacia jurisdicciones en las cuales los salarios son más bajos, las fusiones con otras empresas (para crear economías de escala y eliminar recursos redundantes) y la diversificación o expansión más allá de las áreas de competencia medulares de la empresa.

La estrategia de reducción de costos a largo plazo que promulgan Shields y Young se presenta como parte de una estrategia competitiva que integra las estrategias de gerencia de los recursos humanos y tecnológicos para proveer un acercamiento coordinado, de base amplia y a largo plazo para reducir los costos de la empresa.

Dicha estrategia contrasta con conceptos que en la actualidad aún siguen siendo dominantes, entre los cuales los más conocidos son los siguientes: reingeniería, reestructuración, reposicionamiento, empequeñecimiento (downsizing), y atrincheramiento (retrenchment). Estas son las puntas de lanza de programas que, en lo esencial, están orientados a mejorar la competitividad[3] de la empresa a base de la reducción de costos a corto plazo.

Ahora bien, a juicio de Shields y Young al menos hasta principios de esta década no se habían desarrollado evidencias empíricas claras y consistentes de que tales programas fueran exitosos. Podríamos añadir: en los últimos años ha aumentado la preocupación acerca del probable impacto macroeconómico negativo de los programas de reducción de costos, a saber, aumento en la duración del desempleo, aumento de la tasa de desempleo de las personas de altos ingresos, crecimiento económico relativamente lento, actitud cautelosa de los consumidores y alta sensitividad a los cambios en precio e incertidumbre generalizada en las filas corporativas, tanto al nivel gerencial como técnico.

A luz de las dudas que ha suscitado las estrategias tradicionales de reducción de costos, conviene examinar en detalle la propuesta de Shields y Young.

Según éstos, el logro de la ventaja competitiva por medio de la reducción de costos a largo plazo es función del desarrollo de una cultura de continuo mejoramiento de la calidad del producto, sistemática reducción del tiempo de trabajo y efectiva reducción del costo de producción por medio de la innovación.

La reducción de costos a largo plazo se logra con mayor eficacia por medio de un proceso continuo de aprendizaje acerca de competencias medulares, el cual la empresa debe desarrollar y poner en práctica a mayor velocidad que sus competidores, y mediante el fortalecimiento de las relaciones de trabajo con empleados comprometidos a largo plazo con la empresa, que sean innovadores, posean múltiples destrezas y a los cuales se les remunere con salarios superiores al promedio de la industria.

Shields y Young proponen el desarrollo de una cultura de conciencia respecto a los costos que afronta la empresa y sugieren ocho maneras para desarrollarla:

  1. 1. La alta gerencia debe demostrar diariamente a los empleados la importancia de reducir los costos para el éxito de la empresa.
  2. 2. Reclutar los empleados con mejores credenciales, que puedan desarrollar productos y actividades de alta calidad.
  3. 3. Otorgarle a los empleados poder y participación en el proceso decisionario y desarrollar grupos de trabajo autónomos, que desempeñen múltiples funciones.
  4. 4. Aumentar los niveles de educación, adiestramiento y readiestramiento de los empleados, para elevar los niveles de destreza, el grado de compromiso y la capacidad para la innovación de éstos.
  5. 5. Motivar a los empleados para que rompan con los paradigmas vigentes y desarrollen nuevas formas de hacer las cosas.
  6. 6. Promover las comunicación horizontal, hacer más sencillas las reglas, las políticas gerenciales y los procedimientos de la empresa e implantar sistemas de retroalimentación (feedback) efectivos.
  7. 7. Vincular la compensación a los empleados con la reducción de costos, es decir, premiar los aumentos en productividad y eficiencia, alentar el logro de metas y estimular a los empleados a que reduzcan los niveles de costo de años anteriores.
  8. 8. Proveerle a los empleados información acerca de los costos de los competidores, así como parámetros de actuación que demuestren cuán productivos son ellos en comparación con los empleados de las empresas competidoras.

En la coyuntura actual de Puerto Rico, en la cual los cambios súbitos en las circunstancias externas e internas inducenlas empresas tomar decisiones precipitadas, basadas en cálculos de corto plazo, la conveniencia de diseñar e implantar una estrategia de reducción de costos a largo plazo adquiere una importancia estrategia indiscutible y única.

[1] Arrow, K.J., ¨The Economic Implications of Learning by Doing¨, Review of Economic Studies, Vol. 29, Núm. 3, 1952

* Douglas, Evan J., Managerial Economics: Analysis and Strategy, Prentice Hall, New Jersey, 1992, Cuarta edición, págs. 343-345.

[2] Véase W.J. Baumol, J.C. Panzer y R.D. Willig, Contestable Markets and the Theory of Industry Structure, Harcourt Brace Jovanovich, 1982.

[3] No podemos dejar pasar la oportunidad de hacer constar las fuertes objeciones que la distinguida intelectual puertorriquena Gladys Crescioni, crítica literaria y gran conocedora de nuestro idioma, quien falleciera recientementeen España, y a cuya memoria se dedica este ensayo, tenía a la aparatosa palabra competitividad. No obstante tenemos que admitir que no existe en español una palabra que refleje a cabalidad el complejo contenido de la palabra competitiveness, por lo cual en todos los páises de habla hispana se ha adoptado el vocablo que tanto hería la sensibilidad idiomática de la profesora Crescioni.

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