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La ciencia funesta (octubre 2005)

A la memoria de Doña Isabel Freyre, la insigne escritora y educadora puertorriqueña, quien para mi honra era una lectora asidua de mi colunma.

LA CIENCIA FUNESTA

 

Por Santos Negrón Díaz

 

Columna para el El Nuevo Día

Martes 4 de octubre de 2005

 

       Por lo general se reconoce que fue Thomas Carlyle, el gran historiador escocés del siglo XIX, quien bautizó la economía (o a la economía política como se conocía entonces) como la ciencia funesta. El adjetivo que él uso en inglés fue dismal, cuyos otros equivalentes es español son, entre otros, triste, aciaga, horrenda y espantosa.

       Hasta hace poco se pensaba que Carlyle usó tal término como una reacción a los pronósticos pesimistas de Robert Malthus respecto al crecimiento descontrolado de la población y sus consecuencias o bien en respuesta a la teoría del estancamiento secular enunciada por David Ricardo, que eran dos líneas de pensamiento económico dominantes a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

       No obstante investigaciones bibliográficas recientes han demostrado que en realidad Carlyle usó la famosa expresión en el contexto de un debate que tuvo con el gran economista clásico John Stuart Mill en torno a la relación entre los dueños de plantación blancos y los trabajadores  negros en las Indias Occidentales.

       Aunque hoy nos parezca inaudito, Carlyle, un formidable intelectual cuyos obras completas se recogen en 30 volúmenes, traductor de Goethe e historiador de la Revolución Francesa, era partidario del regimen esclavista y creía en las leyes de servidumbre deberían tener prioridad sobre la ley de demanda y oferta, en mercados en que los trabajores fueran libres, que promulgaban los economistas.

       A estos efectos, el profesor Robert Dixon, de la Universidad de Melbourne, se dio a la ingente de rastrear el término ciencia funesta en toda la vasta obra de Carlyle. Lo vino a encontrar en un artículo que éste publicó en diciembre de 1849 en una revista titulada Fraser´s Magazine. Se trata de un análisis sobre la situación laboral en las Indias Occidentales donde los dueños de plantación blancos se estaban quejando de que después de la emancipación de los esclavos no lograban obtener suficiente mano de obra a los salarios y condiciones de trabajo vigentes. Carlyle adelantó el punto de que el trabajo es moralmente edificante y sugirió que si los obreros negros no querían trabajar por los salarios vigentes deberían ser obligados a hacerlo.

       De acuerdo con Carlyle, aquellos que argumentan que las fuerzas de la demanda y la oferta en vez de la coerción física deben regular los mercados son los proponentes de una ciencia social que podría llamarse desolada, aterradora, funesta.

 

       En el número subsiguiente de esa misma revista, Stuart Mill respondió a los argumentos de Carlyle, señalando que la ley del más fuerte había sido combatida por todos los grandes maestros de la humanidad. Ante todo, expresó su repudio al señalamiento de Carlyle de que por derecho divino unos hombres nacen para ser amos y otros para ser esclavos y le reprochó que se prestara a ofrecerle apoyo a la institución de la esclavitud en un momento en que comenzada el conflicto decisivo entre el derecho y la iniquidad.

        En este proceso la ciencia económica se ganó un mal nombre, pero una de sus figuras cimeras, el pensador que hizo la sintesis del teoría económica clásica y autor del más respetado ensayo sobre la naturaleza y alcance de la libertad, se llevó el mérito de defender la dignidad humana en un momento decisivo. 

       Eso fue precisamente lo que con tanta honra lograron hacer los abolicionistas puertorriqueños en el siglo XIX.­

 

VERSIÓN EN FRANCÉS

 

Généralement on reconnaît que le grand historien écossais du siècle XIX, Thomas Carlyle, qui a baptisé l'économie (ou à l'économie politique comme il était alors connu) comme la science funesta. L'adjectif qu'il utilise en Anglais a été dismal, dont les autres équivalents est espagnol elles sont, entre autres, triste, malheureuse, horrible et terrible.

       Jusqu'il fait peu il se pensait que Carlyle a utilisé un tel terme comme une réaction aux prévisions pessimistes de Robert Malthus en ce qui concerne la croissance désorganisée de la population et ses conséquences ou bien en réponse à ce qui est teoría de la stagnation séculaire énoncée par David Ricardo, qui étaient deux lignes de pensée économique dominants à la fin du siècle XVIII et débuts du siècle XIX.

       Cependant des recherches bibliographiques récentes ont démontré qu'en réalité Carlyle il a utilisé l'expression célèbre dans le contexte d'un débat qui a eu avec le grand économiste classique John Stuart Mill autour de la relation entre les propriétaires de plantation blancs et les travailleurs  noirs aux Indes Occidentales.

       Même s'aujourd'hui il nous paraît inouï, Carlyle, un intellectuel redoutable dont les oeuvres complètes sont reprises dans 30 volumes, traducteur de Goethe et historien de la Révolution française, était partisan du régime esclavista et croyait dans les lois de servitude devraient avoir priorité sur la loi demande et offre, sur des marchés où ce qui est trabajores étaient libres, qui promulguaient les économistes.

       À ces effets, le professeur Robert Dixon, de l'Université de Melbourne, a été donné à ce qui est énorme de suivre le terme science funesta dans toute l'vaste oeuvre de Carlyle. Il l'est venu trouver dans un article que celui-ci a publié en décembre de de 1849 dans une revue intitulée Fraser´s Magazine. Il s'agit d'une analyse sur la situation de travail aux Indes Occidentales où les propriétaires de plantation blancs se plaignaient de duquel après l'émancipation des esclaves ils n'obtenaient pas obtenir main d'oeuvre suffisante les salaires et les conditions de travail en vigueur. Carlyle a avancé le point dont le travail est moralement édifiant et a suggéré que si les travailleurs noirs ne voulaient pas travailler pour les salaires en vigueur ils devraient être obligés de le faire.

       En accord avec Carlyle, ceux qui font valoir que les forces de la demande et l'offre en fois de la coercition physique doivent régler les marchés sont les proposants d'une science sociale qui pourrait être appelée désolée, terrible, funesta.

       Dans le numéro ultérieur de cette même revue, Stuart Mill a répondu aux arguments de Carlyle, en indiquant que la loi de du plus fort avait été combattue par tous les grands enseignants de l'humanité. Avant tout, il a exprimé son je répudie à la signalisation de Carlyle dont par droit divin des hommes naissent pour être des maîtres et d'autres pour être esclaves et lui a reproché qu'on prête l'offrir soutiens à l'institution de l'esclavage à un moment où commencée le conflit décisif entre le droit et l'iniquité.

        Dans ce processus la science économique on a gagné un mauvais nom, mais une de ses figures cimeras, le penseur qui a fait la synthèse la théorie économique classique et l'auteur de l'essai plus respecté sur la nature et la portée de la liberté, on a porté le mérite de défendre la dignité humaine à un moment décisif. 

       Cela l'a précisément été ce qu'avec tant d'honneur ont obtenu faire ce qui est abolitionnistes puertorriqueños dans le siècle XIX.­

 

 

 

 

 

 

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